El compositor, guitarrista y cantaor Manuel Molina, del dúo Lole y Manuel, ha fallecido esta madrugada a los 67 años en San Juan de Aznalfarache (Sevilla, España) víctima de un cáncer, han informado fuentes del Ayuntamiento de la localidad.
Manuel Molina Jiménez, nacido en Ceuta en 1948 pero afincado en Sevilla, formó parte con Dolores Montoya (Sevilla, 1954) del dúo flamenco Lole y Manuel, con quien se casó y fueron padres de la también artista Alba Molina (Sevilla, 1978).
A principios de los años setenta comenzó su carrera con el trío "Los gitanillos del Tardón", en el que estaban Antonio Cortés "Chiquetete" y Manuel Domínguez.
"El flamenco no le importaba a nadie. Ahora —señalaba a Efe— el flamenco de verdad vende discos porque hay gente auténtica que sabe hacerlo y gracias a Camarón, que fue capaz de hacer escuchar a la gente desde lo más sencillo, una bulería, a lo más complicado, las seguirillas".
Luego, pasó por el grupo "Smash" y descubrió "la música electrónica sin abandonar mi flamenco, pero sabiendo que había algo más", y consiguió el éxito con su Garrotín.
Conoció a la que sería su mujer y formó con ella el dúo "Lole y Manuel". "Aunque no fuimos muy bien recibidos al principio, —aseguraba— conseguimos abrir una ventana al flamenco de cara al público en general".
Manuel Molina con "Smash" descubrió, "gracias a los Beatles y Pink Floid, que había algo más que flamenco", y con "Lole y Manuel" consiguió "demostrar que el flamenco es algo de todos" y saboreó las mieles del éxito.
Cuando inició su carrera en solitario, en 1999, temblaba por la reacción del público, sacó su disco La calle del beso y se enfrentó a la música cantando, algo a lo que no estaba acostumbrado su público, y en un momento en el que el flamenco vivía uno de sus mejores momentos.
Más tarde, produjo el disco de su hija Alba Molina con quien contó para la grabación de su debut en solitario: "hice pruebas a otras mujeres pero al final fue Alba la que más me gustó, quizá porque por el hecho de estar en casa sabía lo que yo quería para mi disco".
Una de las últimas actuaciones de Manuel Molina fue el pasado año acompañando a Alba en Madrid, en esa ocasión también cantando, aunque siempre prefirió quedarse "mudo" y ser conocido "solo" como "la música y letra" de Lole.
En 2014, los Molina estrenaron en el ciclo "Flamenco en la dos" del teatro Fernán Gómez, el espectáculo Flamenco, versos y fuego, una cosa que el guitarrista definía en una entrevista con Efe como "muy bonita" y que permitió que el público volviera a tener el privilegio de oír al que fue la mitad de Lole y Manuel.
"Yo quería que la Lole fuera mi voz. Siempre he sido un cantaor frustrado y lo que se me ocurría, lo que yo escribía, lo tenía que cantar alguien. Lole era la mejor para eso, y no quiero compararla con nadie", pero esa "comunión", afirmaba entonces, "se acabó y se acabó".
A Manuel Molina no le gustaba prodigarse en actuaciones, pero reconocía que si se lo pedía su hija Alba era capaz de "cualquier cosa".
"Me pasa lo mismo que le pasaba al fallecido Paco de Lucía. Que, aunque lo que más le gustaba era cantar, siempre 'tuvo' que tocar la guitarra. Yo nunca he cantado, a excepción de cuando era chico con Chiquetete, pero ahora, como mi Alba tiene interés en que vaya con ella, y yo a ella no le niego nada, pues, ¡ea!, canto", recalcaba.
Molina dedicaba actualmente sus esfuerzos a un libro que estaba escribiendo, un manuscrito de 600 páginas con los poemas que ha escrito a lo largo de su vida y que iba comentando.
«Manuel no quiso darse quimioterapia ni pisar el hospital»
Hace ocho años le operaron de un cáncer de garganta y se "sacrificó" bajando "de tres a una" cajetillas de tabaco diarias porque quería seguir cantando. Cuando hace cinco meses le detectaron un tumor de pulmón, Manuel Molina decidió que seguiría "como si nada" y se negó a cualquier tratamiento.
Lo cuenta a EFE su hermano y manager durante 30 años, Jesús, que está "tranquilo" y "conforme" porque el artista ha fallecido mientras dormía y no ha sufrido "demasiado" aunque el deterioro en el último mes era ya "muy grande".
El cantante y guitarrista, el 50% de uno de los dúos más populares desde que aparecieran a mediados de los 70, Lole y Manuel, ha fallecido a los 67 años en su domicilio sevillano de San Juan de Aznalfarache pasada la una de la madrugada, acompañado por su mujer, Lola, con la que se casó el año pasado tras 28 años de convivencia, y de su hijo Manuel, de 20 años.
"Manuel no quiso darse quimioterapia ni pisar el hospital. No ha tenido ningún tratamiento más que cosas seminaturales. Fumaba pero eso puede estar detrás o no. (...) El destino es el de cada uno y se acabó", resume Jesús.
"Cuando le diagnosticaron lo del pulmón me cogió y me dijo 'no quiero médicos, no quiero nada. Que llegue hasta donde llegue. He hecho lo que me ha dado la real gana y quiero morirme de la misma forma'", rememora.
Manuel Molina quería que sus cenizas se repartieran entre el Guadalquivir, en su parte trianera, y en la Línea de la Concepción, de donde era su padre, que falleció hace 55 años.
"Éramos cinco hermanos —Manuel, Antonio, Jesús, Gabriel y José— y él es el primero que se va. Heredó el sentido del humor de nuestro padre. Nunca jamás he discutido con él y ya tengo 58 años. Manuel se pasaba 20 de las 24 horas del día riéndose y haciendo reír a los demás".
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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