El cantante y compositor calabrés Peppe Voltarelli, que desde que arrancó su carrera solista luego de liderar una banda de tarantela punk entre 1991 y 2006 viene proponiendo en su trabajo una reflexión permanente sobre la pertenencia y los cantores populares italianos, está nuevamente en la Argentina.
Télam/Pedro Fernández Mouján - Peppe Voltarelli, con dos discos editados en Argentina por el sello Los Años Luz (Distratto ma pero en 2007, y Ultima notte a Mala Strana en 2010), presenta su nueva producción, Lamentarsi como ipotesi (2014), con dos shows que se realizarán mañana y el jueves 25 en Café Vinilo (Gorriti 3780, Buenos Aires, Argentina) a las 21 y el sábado 20 en la sala Lavardén de la ciudad de Rosario.
"En estos momentos estoy haciendo un trabajo, que podría llamar 'antropológico', sobre mi pertenencia, sobre el sentido de hacer música popular y sobre la decisión de escribir en dialecto", cuenta Voltarelli en charla con Télam, y aclara que dos canciones de las de su último disco están en calabrés.
Esta idea se acompaña con la decisión de "de tocar en pequeños pueblos, no pensar solo en las grandes ciudades sino en los pueblitos, en la provincia, en lugares donde uno descubre interés, curiosidad, ganas de hacer cosas, un poco a contramano de la indicación filosófica dominante que dice 'vamos a ganar dinero' ".
"Esto —continúa— en un sentido es duro porque el dinero te da la posibilidad de financiar giras, hacer viajes, producir discos y todo eso, pero con esta inversión se consiguen otras cosas: se consiguen relaciones con personas, se consigue una red de colaboraciones, de solidaridad que es muy fuerte y tiene gran valor constructivo".
Cantante, guitarrista y acordeonista, además de compositor y actor con varias películas y obras teatrales registradas, Voltarelli se inició en la tarantela punk con el grupo Il Parto della Nuvole Pesanti, con el que editó siete discos.
"El rock era necesario como oposición juvenil —dice—, pero después entendí la importancia del blues propio, del country calabrés; en un momento de la vida tienes que preguntarte de dónde vienes, hay un momento en que debes pasar revista y hacer las cuentas con tu historia".
"Este cambio —agrega Voltarelli— es como una madurez de mirada no solo musical; cuando uno es joven ve la música como una posibilidad de éxito, de riqueza y de no trabajar pero eso no es verdad porque la música es un gran trabajo", señala y nombra a grandes cancionistas de la música italiana como Sergio Endrigo, Domenico Modugno, Fabrizio de André, Lucio Dalla.
"Son todos ejemplos —aclara— de cantautores muy prolíficos, que escribieron canciones más bellas o menos bellas pero que siempre fueron muy productivos y tuvieron la decisión de estar presentes en la historia del cotidiano de la gente".
La reflexión y continuación de la producción de los cantautores italianos de las décadas del 50 y 60 que de algún modo realiza Voltarelli no es acartonada, ni clásica o académica, sino irónica, lúdica, espontánea, muy personal y situada en las coordenadas del presente.
"Cuando empecé mi carrera tenía un estilo muy confrontativo, estaba como enojado con todo el mundo, lo que incluía mi tierra y la canción originaria del cantautor italiano, tenía una relación muy conflictuada, después descubrí la posibilidad de trabajar con la ironía, descubrí cantores como Enzo Jannacci (cantautor de Milán y creador de la banda sonora del filme Pasqualino siete bellezas)", recuerda.
"Creo que a partir de allí empecé a trabajar con la ironía, con la posibilidad de invertir el sentido de la protesta, dejé de lado esa cuestión de lamentarse casi como ejercicio deportivo y esto fue importante porque me permitió trabajar la cuestión de la pertenencia de forma más liviana", remarca.
"La pertenencia se volvió como un aroma que está en el ambiente, como algo con lo que uno interactúa pero que no te obliga ni somete y eso me permitió escribir canciones de manera más libre, más abierta", destaca.
"Me interesa —puntualiza— la mixtura urbanística, poética, musical y teatral del espacio público, del encuentro de las personas en la ciudad, trabajando con cierta ligereza, lo que no excluye la profundidad, porque ambas cosas pueden ir juntas".
Sobre los grandes cancionistas populares italianos a los que siempre incluye en sus conciertos con versiones propias, Voltarelli asegura que reconoce en ellos "la paternidad".
"Después de haber estado peleado con ellos reconocí su paternidad artística, musical, cancionística. Ahora entiendo la importancia de la escritura de los 50, de los cantautores de los 60", repasa y vuelve a citar a Modugno, Mateo Salvatore, Endrigo, Dalla y otros.
En este sentido, cuenta que está realizando un disco, con salida prevista para noviembre próximo, que es un homenaje al cantautor calabrés Otello Profazio y en el que está acompañado por el productor Carlo Muratore, que agrega a la música de Profazio una profundidad arreglística y armónica que no estaba presente en el original.
"Profazio —lo presenta— es como un 'folk-singer', es un músico muy básico como compositor con pocos acordes y armonías simples pero tiene mucha verdad. Su primer disco es de 1953 y ahora tiene 80 años, y en su vida estableció un vínculo muy fuerte con Calabria y con Sicilia, musicalizando a Inacio Buttita, que es el gran poeta dialectal de Sicilia, además de miembro histórico del Partido Comunista".
"Cuando éramos jóvenes pensábamos en Profazio como un aburrido cantor de folclore pero después, viviendo en Berlín, descubrí la importancia de este personaje y que esa que él cantaba era mi historia; de algún modo me inspiró el anhelo de alcanzar el punto de vista de él sobre mi tierra y empecé a escucharlo, ahora considero que él es una memoria que tengo que hacer mía", cuenta.
"Igual que yo —abunda— Profazio es un tipo que canta solo, con su guitarra, canta quizás ante dos mil personas pero ni siquiera lleva guitarra, la pide ahí, entre el público o la gente del lugar y se pone a cantar".
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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