Por Pedro Guerra
He sentido pena y tristeza, una enorme tristeza. Por primera vez en mi vida, he entrado en la red cada media hora para saber qué pasaba. Y sucedió. He sentido pena y tristeza. Ausencia, vacío. Por un momento la música es acosada por un angustioso silencio. Una enorme tristeza.
La primera vez que escuché en vivo a Mercedes Sosa tenía 16 años. Fue en las fiestas de mi pueblo, en Güímar (Tenerife). La emoción, hermana del sentimiento, es bien de difícil de describir. Mercedes iba acompañada por un guitarrista y yo me pude sentar bien cerca, para no perder detalle. Fue un concierto corto, de media hora, dentro de un festival en el que actuaron otros artistas. Un día grande para mí. Por cosas de la vida, cayó en mis manos una cinta de ese concierto, y la escuché y escuché y escuché hasta que, como diría Kiko Veneno, se arrancaron los cachitos de hierro y cromo. Cuando me acuerdo de mi País, Cuando tenga la tierra, Drume negrita...
Desde entonces hasta hoy, la escuché millones de veces, la adoré, la seguí, la volví a adorar, la escuché en concierto, gasté sus discos de tanto uso, de tanta pasión... Mercedes Sosa me enseñó la grandeza musical de su país y de toda América Latina... Una buena parte de las canciones de Alma Mía las escuché por primera vez en la voz de la negra Sosa. No soy Argentino, y eso explica que Mercedes Sosa fuera la culpable de que yo conociera a Charly García, a León Gieco, a Fito Páez... Un corazón gigante a través de cuyo latido hemos sentido y escuchado la voz de un continente.
Cuando llegué a Madrid en 1993 tuve la oportunidad de visitarla y conocerla personalmente en su casa... Traspasé la puerta temblando y emocionado como quien es recibido por una autoridad espiritual en un templo místico.
Por cosas de la vida, 15 años después de los temblores, he podido cantar con La Negra una canción de Pablo Milanés que se llama La Soledad. Por cosas de la vida, 15 años después de los temblores, he participado en un disco donde La Negra canta a dúo con muchos artistas a los que admiro profundamente. ¡Qué honor para mí! Con humildad y orgullo apreté la mano que me fue tendida.
Este proyecto, Cantora, nos da la dimensión exacta de la artista que era y es Mercedes Sosa. La más grande y la más querida. Un testamento musical a la altura de su talento. Y yo me vuelvo a emocionar al ver cumplido uno de mis sueños de seguidor fanático: La Negra Sosa y Luis Alberto Spinetta juntos cantando Barro tal vez.
Aquellas pequeñas cosas, Gracias a la vida, La arenosa, Luna tucumana, La paciencia pobrecita, La pomeña, La zamba para no morir, Peoncito de estancia, Poema 15, Rosarito Vera, Serenata para la tierra de uno, La tempranera, Cuando voy al trabajo, Canción para un niño en la calle, Bajo el sauce solo...
Estas son algunas de las razones por las que es imposible sacar a Mercedes de mi corazón, aunque se haya ido.
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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