Seguimos con la explicación de las canciones de La secreta danza de Alessio Arena contada en forma de cuento. Hoy, el segundo corte del disco, De mí a Madrid.
![]() Alessio Arena.
© Santiago Borthwick
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Mira, cuando yo llegué también llegaron las cucarachas. El pisito estaba muy cerca de la plaza de la iglesia de San Cayetano, en una de las arterias menores del corazón de Lavapiés.
Al principio no debí darme cuenta y pisé alguna. Alguna otra se debió de colar en la boca de la guitarra que teníamos colgada en una pared del comedor. Ellas llegaron a Madrid el mismo día que yo, de esto estoy seguro, pero nuestro primer y escandaloso encuentro se retrasó por lo menos un par de semanas. Yo me había venido a la ciudad con la idea de escribir una novela que contara la historia de supervivencia de una familia napolitana, perseguida por la camorra y por las pesadillas del más joven de ellos, el artista de la familia, Antonio Bacioterracino.
Para construir el personaje del adolescente me inspiré en el hijo de la Menchu, la portera, una andaluza gruñona que podía llevar el mismo jersey cuatro, cinco días seguidos: en el dichoso jersey ponía "Sierra Nevada" y la reproducción de unos picos de montaña muy blancos, o sea muy amarillos.
"¿Eres cantante o algo?" me preguntó un día la señora, viéndome subir por esas escaleras de madera que olían a alcanfor. "Algo... algo así" le dije y fue cuando ella me presentó al hijo, un chico grandote, con la cara infestada de pecas, y unos bigotes muy finos que le asomaban de la comisura de los labios. "Éste quiere tocar el violín" dijo su madre soltándole una colleja.
Él me lanzó una mirada desafiante, la que no habría olvidado en los días siguientes, cuando empecé a escucharle tocar y parecía que todo Madrid se viese atravesado por un dolor de médula, de articulaciones, y todo, todo, todo, todo chirriaba alrededor.
Fue el violín del hijo de Menchu lo que las despertó, por fin, y propició mi encuentro con ellas.
Era una noche de domingo y todas las cucarachas de Lavapiés salieron al trote, enloquecidas por ese terrible ruido, negras del susto.
Lo único que yo supe hacer fue salir al balcón y ver que mucha gente, desde las ventanas, y las terrazas, comentaban la horrible invasión.
"Esto es pa' mear y no echar gota" decía Menchu, en el medio de la calle, con los brazos levantados hacia el cielo. "Si es que con este frío nunca hemos tenido bichos".
Pocos minutos después entró enfurecida a su casa y salió con el instrumento de su hijo. Debió de pensar que la culpa la tenía él, así como lo había pensado yo.
Pero el hijo de Menchu podía con ella y le arrebató en un segundo el violín de las manos. Vestido de valor, se puso a tocar en medio de la calle.
Entonces yo desperté, vi que no había cucarachas, sentí que hacía frío y me acerqué al balcón para cerrar las persianas.
En Madrid nevaba y para mí ésa era la primera nieve de mi vida.
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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