Uno de los cancioneros y discografías más demandados desde que iniciamos en CANCIONEROS esta loca aventura de "levantar acta" de la obra de nuestros trovadores, ha sido indudablemente el grupo chileno Illapu. Hoy zanjamos esta deuda histórica a la que seguirán en breve, otras muchas.
Desde sus inicios en 1971, Illapu —Rayo, en voz quechua— ha desarrollado un trabajo estético singular, innovador, experimental y bellamente concebido que ha convertido con los años en una propuesta musical y poética que sintetiza con fina sensibilidad los sueños y aspiraciones de varias generaciones.
La genealogía musical de Illapu se remonta a las raíces ancestrales del mundo andino. Desde esa fuente inagotable nacen sus construcciones armónicas y sonoras. El tiempo y el contacto con el mundo contemporáneo le han abierto a Illapu nuevos horizontes musicales y concepciones estéticas. Es así que illapu revela hoy una variada gama de sonidos, texturas, ritmos, melodías, atonalidades y polifonías armónicas que logran una amalgama única y característica imposible de separar.
Illapu canta a la vida, el amor, la justicia, la preservación de las fuentes culturales de américa, de las contradicciones hombre naturaleza y las tensiones creadas por los procesos de modernidad. La mayoría de sus composiciones son escritas por sus miembros y también se nutren de la lírica de grandes poetas tales como Pablo Neruda, Mario Benedetti, Roque Dalton…
Utilizan una gran variedad de instrumentos musicales de distintos orígenes. Los ancestrales aerófonos: zampoñas, quenas, quenachos, tarkas, sicuras, moceños, trutrucas, pifilca. Además de flauta traversa y saxofones. De las cuerdas de américa latina ejecutan bandurria, cuatro venezolano, charango de bolivia, tiple colombiano, conjuntamente con guitarras electroacústicas, bajo eléctrico y teclados. Tocan además variados instrumentos de percusión tales como bombo legüero, cajón peruano, congas, bongo, kultrún, djembe, percusiones latinas y batería.
Illapu es un grupo que experimenta y fusiona sus raíces latinas andinas con elementos del jazz, con las construcciones armónicas y contrapuntos de la música clásica, con la síncopa de la música afro-caribeña conjugando todo esto además con la inquebrantable fuerza telúrica del rock.
El cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero, autor de A cántaros, murió a los 78 años en Madrid tras una larga enfermedad; su obra unió canción, poesía y compromiso político durante más de medio siglo.
En un Palau Sant Jordi abarrotado, Joaquín Sabina se despidió de Barcelona con un concierto que fue al mismo tiempo un inventario de vida y un abrazo multitudinario a través de veintidós canciones que, tras más de medio siglo de carrera, ya no le pertenecen solo a él.
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