Vida y milagros de Albert Pla

Concierto: Albert Pla. BarnaSants
Lugar: Teatre Joventut
Fecha: 25 de enero de 2008

Corrían los finales de los ochenta. Lo que Franco no había conseguido por la vía de la prohibición, el gobierno catalán —con la connivencia de todos nosotros— lo había conseguido por la vía de la inanición y el ninguneismo. (Ver "Tocarle los cojones al poder"). Entonces, en medio de la nada cultural, en medio de una España sorda y una Cataluña ciega; aparece un tipo con aspecto de vagabundo, que canta —a veces da la sensación que se lamenta— sentado en un sofá, como el sofá de la casa de tus padres y con aires de tener un coeficiente intelectual unas décimas por debajo de la media exigida a un chimpancé.

Pero ese tipo, aparentemente sin ninguna peligrosidad canta cosas que dan por debajo de la línea de flotación a la burguesía —en el poder— y a la progresía —cómplice por omisión— y convierte esto que se dio en llamar canción-protesta en canción-a-tomar-polculo.

Y Albert Pla edita su primer disco Ho sento molt (1989) (Lo siento mucho) y empieza a vender, y a vender mucho, vendiendo incluso más que Serrat que acababa de presentar su "Material Sensible". Y es que Albert de tonto, nada. Al contrario, asistir a un concierto suyo es asistir al concierto del flautista de Hamelín. Él manda, te conduce y te lleva. Y te dice cuando reír, cuando pensar; sube, baja , cambia el ritmo a su antojo; te conduce poco a poco a dónde él quiere llegar.

No es extraño entonces, que con estos antecedentes, ya hubiera quién se ocupara de amargarle un poco la vida y Albert no se lo puso difícil. Porqué Pla olvidó que en España existe la libertad para decir lo que se quiera menos lo que no se puede decir, que todos tenemos los mismos derechos menos los que tienen más y todos tenemos las mismas obligaciones menos los que tienen menos. Y a Albert se le fue le mano con algunas de las canciones del que sería su segundo disco y concretamente con una de ellas que ya había estrenado en el Palau de la Música ante la estupefacción de los allí presentes en la que hablaba de la vida secreta de una novia terrorista. El gabinete jurídico de su discográfica de entonces, PDI, recomendó su no publicación argumentando el riesgo de acabar todos en la cárcel. Esto provocó un conflicto que acabó con la carta de libertad de Pla —eufemismo por patada en el detrás— y la publicación sesgada de su disco que, en un último acto de sagaz ironía, tituló Aquí s'acaba el que es donava (1990) (Aquí se acaba lo que se daba) y en la que Albert aparecía ahorcado en la portada.

Esto, y tristes sucesos en su vida personal, lo llevan a una autoreclusión en Bolivia según cuentan ciertas leyendas urbanas. Y regresa, y cuando lo hace ficha por una multinacional —BMG Ariola, la misma que Serrat, Sabina, Aute o Pedro Guerra— y fruto de este acuerdo publica No sólo de rumba vive el hombre (1992), su primer disco en castellano. Decía Aute, refiriéndose a Serrat, que es difícil escribir obras maestras, y todavía más hacerlo en dos idiomas. Y Albert no es Serrat. Y Albert ya no es el mismo. Y utiliza un ridículo acento que mezcla el andaluz y el catalán y que convierte al ingenuo en bufón, al que decía las cosas con tanta inocencia que pareciera que todo le estaba permitido en un actor de astracanadas. Pla sufre una vez más el acoso de la censura aunque esta vez claudica y ve convertida su "Carta al Rey" en "Carta al rey Melchor", y aceptando notables cambios en la letra.

A pesar de todo, para la crítica española —de esa España que según Machado desprecia lo que ignora, aunque a veces parezca que ignora lo que desprecia— es la "reinvención de Albert Pla" y es ciertamente el principio de su proyección al exterior.

Pla se mete de lleno entonces en el que habría de ser su cuarto CD Veintegenarios en Alburquerque, que no llega a publicarse, dado que La dejo o no la dejo, la canción de la novia terrorista esta vez traducida al castellano, es otra vez considerada susceptible de ser acusada por un juez de apología al terrorismo. La polémica, unida a la supuesta baja calidad del álbum hizo que BMG descartara el proyecto. Este álbum, con el título Veintegenarios en Alburquerque (1997), y con la famosa canción de la novia con una letra muy suavizada y alejada de la versión original, vería la luz cinco años más tarde, después de publicar Supone Fonollosa (1995).

Albert Pla volvería al catalán en sus dos discos posteriores Anem al llit (2002) y Cançons d'amor i droga (2003)

A pesar de los bofetones, o quizás gracias a ellos —decía Karel García que "aunque a golpes nadie aprende, son los golpes los que enseñan"— Albert Pla va puliendo y renovando su estilo y poco a poco recupera cosas que perdió en el camino y pierde cosas que no le hacían falta. Y así es que nace Vida y milagros, el disco que reúne los mejores temas de sus tres discos en castellano, ahora sí reinventados, y que este viernes presentó en el Teatre Joventut dentro del festival BarnaSants registrando un lleno total.

Pla recreó estas canciones, grabadas en épocas más duras, y que ahora que atraviesa por una buena etapa personal y artística toman una dimensión más acertada, donde la sensibilidad y el feísmo se equilibran y donde tras el caos, una actitud políticamente incorrecta y una puesta en escena aparentemente mugrienta, reinan por encima de todo el orden, la sensibilidad, la inteligencia y el talento.