Soledad Villamil despliega desde hace dos décadas una intensa actividad musical, desarrollada acaso con menor exposición que su carrera actoral, y que desembocará ahora en la grabación de un nuevo disco de composiciones propias, que será anticipado desde este sábado en el Centro Cultural Torquato Tasso, en el barrio porteño de San Telmo.
Télam - "A esta altura puedo decir que el espectáculo que presentamos resiste el encasillamiento de espacios, públicos y géneros. Me he ido moviendo por distintos lugares y ha habido simplemente un tránsito hacia la canción que es reconocido", sintetizó Soledad Villamil, de 47 años, al juzgar en perspectiva las casi dos décadas transcurridas desde Recuerdos son recuerdos (1997) y Glorias porteñas (1998), espectáculos en los que se ganó la carta de doble ciudadanía de actriz y cantante.
El contraste entre su trabajo como actriz (ahora se encuentra rodando la película Las grietas de Jara, del director Nicolás Gil Lavedra) y su desarrollo en la industria musical aparece naturalmente en ese recorrido.
"La música es mi ámbito de creación, donde me expreso con plena libertad. Como actriz, y especialmente en el cine, soy un engranaje de una maquinaria pensada por otro. Son dos lugares diferentes. Hay un contraste muy claro, pero después de tantos años es una ambivalencia en la que me manejo con comodidad", apuntó.
Villamil, que integró el elenco de la ganadora del Oscar El Secreto de sus ojos de Juan José Campanella, irrumpió como actriz en los 90 como integrante del elenco de la película Vivir mata (1990), de Bebe Kamín. Enhebró desde entonces una trayectoria imponente en cine, teatro y televisión. Sólo en la pantalla grande se pueden citar sus trabajos en Un muro de silencio, de Lita Stantic; Dónde queda el paraíso, de Beda Docampo Feijoo; El sueño de los héroes, de Sergio Renán; y La vida según Muriel, de Eduardo Milewicz.
Con la misma vocación, pero menos interés de la patria massmediática, desarrolló una carrera musical que se reflejó tres álbumes: Canta, de 2007; Morir de amor, de 2009; y Canción de viaje, de 2012. En abril grabará en vivo su próximo material, íntegramente con composiciones que, en letra o en música, le pertenecen.
"El hecho diferencial de este disco es que todos los temas son míos y eso representa una diferencia muy grande. Porque comencé con un repertorio más campero, más próximo al tango y a la milonga, más acotado a una época. Y ahora exponerme con todos temas propios significa una impronta distinta a hacerlo solamente desde la interpretación. Todo eso me lleva a desmarcarme de la idea de género. No es tango. No es folclore. Son canciones", explicó.
Villamil recibió a Télam en medio del set de rodaje de la película Las grietas de Jara (un thriller basado en el best seller de Claudia Piñeiro y que cuenta con las presencias de Oscar Martínez, Joaquín Furriel y Santiago Segura) y reflexionó sobre su presente artístico.
Al mismo tiempo que avanzás hacia un formato más lejano a la idea de género, sos convocada desde espacios como el Tasso o el Festival del Chamamé que tienen justamente esa marca como identidad, ¿Cuáles son los espacios del circuito musical en los que tu música se acomoda mejor?
Con los años he hecho un tránsito hacia afuera del género, pero fue algo progresivo. Una cosa fue llevando a la otra. Y la verdad es que nunca imaginé llegar tan rápido a un disco enteramente de composiciones propias. O en los que hago la letra o la música con alguien. Me gusta hablar de la idea de "parcerías" (acuerdo de colaboración), como dicen los brasileños.
Creo que los espectáculos que he ido presentando resisten diferentes espacios, diferentes públicos, y que se recibe bien en ambientes diferentes. El Festival del Chamamé, por ejemplo, fue una experiencia inusual, una suerte de colectora en lo que vengo haciendo porque me pidieron un repertorio específico y lo canté ante un público que siente esa música de manera muy profunda y en un contexto de festival donde está la expectativa de si te suben o te bajan el pulgar. Es un espacio que culturalmente tiene un peso enorme y te obliga a preguntarte si estás a la altura de la situación. Canté A mi Corrientes porá (con Hilda Lizarazu y Elena Roger), y, sola Viejo Caá Catí y El cosechero, del misionero Ramón Ayala. Resultó una experiencia increíble y salimos airosos.
¿Qué diferencia de estímulos encontrás entre el ambiente musical y el trabajo actoral?
Son dos ámbitos muy diferentes pero a esta altura también muy cómodos y que me permiten estar relajada. La música es el terreno de la libertad, el terreno de mi proyecto personal, de la creación pena. Ahí hago y deshago según yo decida. Es un lugar de mucha exigencia y responsabilidad. El cine es otra cosa. Aun en un papel protagónico, estás trabajando al servicio de lo que pensó otro, de lo que escribió otro. Sos un engranaje en una maquinaria.
Y a la vez el cine presenta posibilidades únicas. Se arman los equipos como cuando se arma un seleccionado de fútbol. Te llaman a trabajar con personas que admirás y resulta muy estimulante. Eso no existe en otro ámbito. Y me pasa en esta película que estamos rodando ahora, La grieta de Jara, que es una película con personajes con muchas capas dentro de una película de género, que es algo que yo consumo.
En general son convocatorias que resuelvo por intuición y desde la lectura del guion. Pero si podés elegir con quien trabajar y te convocan para trabajar con un seleccionado, no existe nada más estimulante.
Soledad Villamil se presentará en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575) mañana y los sábados 11, 18 y 25 de febrero desde las 21. La acompañará un ensamble integrado por Daniel Maza en bajo, Alan Platcha en guitarra y Cristhian Faiad en batería.
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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