Arbolito presenta «Simples. Volumen II»

Télam - Las tres canciones que integraron la primera parte de Simples (Engaño, Para la mano y Que la tortilla se vuelva) se dieron a conocer en junio y agosto pasados en La Trastienda, pero en esta ocasión los músicos decidieron volver a subirse al escenario del patio de Sarmiento 3131 y además de presentar las novedades del segundo tomo musical, anticipar algo de lo que será a mediados de año el festejo por sus dos décadas de camino recorrido.

Mientras que el primer volumen estuvo a cargo de Pepe Céspedes, bajista de Bersuit Vergarabat, el trabajo que mañana se desplegará en el barrio porteño del Abasto con entrada gratuita para menores de 10 años, fue producido por Sebastián Schachtel, tecladista de Las Pelotas.

"La elección se refleja en la atmósfera oscura de sonido", expresó Agustín Ronconi, uno de los fundadores de Arbolito, en diálogo con Télam, al remitirse a las canciones escogidas: Una señal, En este pasillo del tiempo y Sueños.

"Tenemos la particularidad de contar lo que está pasando hoy, y se va contando con los discos. Lo notamos con el libro (Por todas las libertades) que presentamos el año pasado, y en el que Diego Skliar decidió contar la historia de la banda paralelamente a la historia del país. Uno sin querer va escribiendo lo que a uno le pasa a lo largo de los años y excede lo musical", expresó sobre las letras que se reúnen en el volumen II.

Tras el recital que la banda brindará este domingo en el Konex, el quinteto que completan Ezequiel Jusid (voz y guitarras), Andrés Fariña (bajo y voz), Pedro Borgobello (vientos y voz) y Diego Fariza (batería y percusión) actuará el sábado 25 en la sala rosarina D7, el sábado 1 de abril en América Libre (20 de septiembre 1719, Mar del Plata), y el sábado 8 en Teatro Bar (Calle 43 nro. 632 entre 7 y 8, La Plata).

¿Por qué decidieron publicar el material en volúmenes?

Veníamos del DVD Mil colores, que fue una producción gigantesca en todo sentido y estábamos con canciones nuevas pero no teníamos ganas de embarcarnos en un disco entero por motivos económicos y porque queríamos elegir temas y trabajar con distintos productores. Recién, en la mitad de todos estos 20 años tuvimos una experiencia con Daniel Buira (La Chilinga y ex Los Piojos) y Tito Fargo (Redonditos de Ricota y Gran Martell), y ahora teníamos ganas de probar con distintos productores porque cada uno siempre tiene mucho para dar y aportar distintas miradas.

¿Qué recuerda del comienzo de Arbolito?

Tengo todo súper presente. Con Ezequiel (Jusid) veníamos de un verano en Valizas (Uruguay), habíamos ido con una guitarra y una quena y un cuaderno de canciones del repertorio popular, un poco de folclore, rock y candombe. Cuando volvimos a Buenos Aires, en febrero, empezamos a tocar en el subte y ahí nos invitaron a un festival al aire libre, en una plaza de La Paternal. Decidimos el nombre, invitamos a un percusionista amigo, llevamos la quena, la güira y enchufamos la criolla. Se amplificó toda la espontaneidad y libertad con la que tocábamos y nos dimos cuenta de que sonaba buenísimo. Subimos sin ninguna expectativa y sentimos una sensación de conectar, de que todo fluya de una manera natural.

¿Se habían planteado objetivos como banda?

No, fue toda una transformación. Estábamos con otros proyectos más serios dentro de lo que era la Escuela de Música Popular de Avellaneda. Arbolito era amistad, pasaba por otro lado, no lo tomábamos como un proyecto de banda a futuro, y en un momento nos dimos cuenta de que había que darle bola porque salía bien, así que se le fue dando más importancia a Arbolito que a nuestros otros proyectos. Andrés (Fariña, bajista) tocaba en siete bandas cuando arrancamos, por ejemplo. Nuestro nombre también nos marcó de una manera muy contundente porque pasó a ser la elección de una identidad y resistencia, y eso nos dio el puntapié para proponer canciones desde nuestra mirada de la realidad y una forjar una estética dentro del folclore con una temática social.

¿Qué fue pasando con el folclore de Arbolito de sus primeros años?

Se fue rockeando, porque en realidad es lo que somos. Aprendimos sobre el folclore de grandes, nos enamoramos y dejamos que aflorara. Costó un poco hacernos entender, no nos invitaban a peñas porque quizá éramos medio ruidosos y en el circuito del rock hay que pagar para tocar y no nos interesaba para nada. Nos veían llegar con un bombo legüero o un charango y nos miraban raro. Eso hizo que fuéramos a tocar los domingos a Parque Lezama y gracias a eso amasamos un sonido propio, casi sin darnos cuenta, éramos de las dos partes.

¿Y cómo ve la escena del folclore y la del rock ahora?

En los últimos 15 años se fue haciendo más permeable, quizá el folclore se fue abriendo más en los últimos años y lo demostró en el último Festival de Cosquín. El del rock se conserva, está un poco más condicionado por lo comercial, por lo que vende más entradas y por las grandes marcas. Los festivales populares tuvieron una mayor apertura en cuanto a las estéticas, sin pensar tanto en lo comercial.

¿Cambiaría algo de estos 20 años de Arbolito?

Quizá nos demoramos demasiado, con mucho prejuicio y con una bandera de autogestión e independencia llevada al extremo, en aceptar propuestas de grabar o de asociarnos. Cuando salga el sol (2007) fue nuestro primer disco con productor y aunque tardamos un poco en dar ese primer paso, de todos modos esa forma de trabajo nos llegó en un buen momento.