Las guitarras eléctricas en canciones de los cantautores Caetano Veloso y Gilberto Gil provocaron, hace hoy exactamente 50 años, una ruptura musical en un Brasil dominado por la Bossa Nova y el nacimiento del Tropicalismo, un movimiento cultural irreverente y abierto al pop planetario.
EFE | Carlos A. Moreno - Fue el 21 de octubre de 1967 cuando, en la final del Tercer Festival de la Música Popular Brasileña (MPB), un evento de gran audiencia transmitido por un canal de televisión a todo el país, Caetano Veloso y Gilberto Gil le mostraron a los brasileños que introducir las extranjeras y cuestionadas guitarras eléctricas en la música no era un atentado contra la cultura nacional.
Pese a que el vencedor del festival fue el compositor Edu Lobo con su canción Ponteio y a que el ya popular Chico Buarque quedó tercero con el clásico Roda-Viva, los entonces desconocidos Gil y Caetano obtuvieron el segundo y el cuarto lugar con sus canciones Domingos no parque y Alegría, alegría, respectivamente.
La fecha, por lo mismo, es recordada como la del nacimiento de un movimiento que irrumpió contra la nacionalista Bossa Nova y que mostró que era posible unir lo regional a lo universal, y que Brasil también podía tener una música con elementos pop, planetarios y modernos.
"En aquella época cada artista buscaba introducir novedades en sus canciones y esa era la intención de Domingos no Parque. La canción se encajaba en una moldura mayor, el Tropicalismo", recuerda hoy Gilberto Gil en un mensaje publicado en su cuenta en Facebook en el que conmemora el cincuentenario del movimiento que lo lanzó a la fama mundial.
"Quería barajar las cartas de la música popular y deconstruir sus elementos rígidos, para reconstruirlos con otros ladrillos", agregó el que es considerado como uno de los padres del Tropicalismo.
El cantautor y exministro de Cultura admitió que tuvo temor de presentarse esa noche en el festival por el posible rechazo a su propuesta, "pero si no hubiese vencido al miedo, tal vez no hubiese vencido el resto".
Una vez nacido como movimiento irreverente, cuestionador y revolucionario, el Tropicalismo adoptó las ideas del Manifiesto Antropofágico del escritor Oswald de Andrade para mostrar que la cultura brasileña permanentemente digiere los elementos extranjeros que llegan al país para, fusionándolos con sus elementos propios, crear nuevos productos artísticos.
El disco Tropicália ou Panis et Circensis (1968), considerado como el manifiesto tropicalista, se levanta contra la Bossa Nova influenciado por el rock y con referencias a The Beatles, pero mantiene los arreglos refinados de la Bossa Nova.
De esa forma, las guitarras eléctricas, que la clase media universitaria nacionalista odiaba por considerarla una influencia extranjera en el arte brasileño, fueron convertidas en un nuevo elemento nacional.
Como movimiento cultural, el Tropicalismo se manifestó en otras artes, como en el teatro del dramaturgo José Celso Martínez Correia, en el Cinema Novo del director Gláuber Rocha y en la escultura de Hélio Oiticica, una de cuyas obras, Tropicália (1965), fue la que le dio el nombre al movimiento.
Pero la tendencia, que nació en momentos de restricciones a la libertad impuestas por los militares que asumieron el poder con el golpe de Estado de 1964, tuvo que exiliarse en 1968, cuando el régimen militar aprobó su Acto Institucional número 5 (AI-5), con el que definitivamente cerró el Congreso, impuso la censura y recortó todas las libertades.
Caetano y Gil, detenidos tras un concierto en el que supuestamente faltaron el respeto a la bandera brasileña, tuvieron que irse con su Tropicalismo al exilio en Londres, en donde el movimiento siguió bebiendo de la cultura hippie y de las guitarras de The Beatles.
Después de 50 años, sale a la luz la grabación de la actuación de Mercedes Sosa en el Town Hall de Manhattan, un testimonio único de su arte y compromiso y de la fuerza artística y política de La Negra. El disco aparece solo unas semanas después del lanzamiento de otro disco póstumo e imprescindible: En Vivo en el Gran Rex 2006.
Nano Stern y Luis Emilio Briceño presentan en Europa, En septiembre canta el gallo —ganador del festival In-Edit Chile—, un documental sobre la Nueva Canción Chilena, desde sus inicios hasta el golpe de estado de Pinochet; todo ello narrado a través de las voces de sus protagonistas y de imágenes, algunas de ellas inéditas hasta la fecha. Esto será hoy 2 de noviembre en el marco del festival In-Edit de Barcelona.
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