Presentamos el octavo de nuestros cancioneros y discografías anunciados en el marco de nuestro vigésimo aniversario. Martirio —alter ego de Maribel Quiñones—, artista grande y todavía creciendo, aprendiz y maestra, fundamental y fundamentada.
![]() Martirio
© Xavier Pintanel
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Referenciar. Recrear. Reconstruir. Revivir. Reciclar. Resucitar. Y venga. Ese es el quehacer de esta jefa en los escenarios y obrera del oficio de entretener. Erre que erre. Que no parezca sin embargo que no hay nada nuevo en Martirio. Ella es lo nuevo. Fue y es la savia nueva, la mujer que devino sabia. Nació curiosa y se ha hecho maestra ante nuestros ojos.
Con el grupo Jarcha se estrenó la de Huelva, y siguió con Kiko Veneno y Raimundo Amador. Menudo estreno bonito. Yo ya la conocí con peineta, gafas de sol y delantal. Artistaza en teatros, plazas, auditorios, pantallas grandes y chicas. Cantaba sevillanas de los bloques, coplas, boleros, tangos, sones, flamenco, jazz con mucho corazón y actitud de rockera. Qué shock, señoras y señores, qué shock. Mi madre, que me crio con buenos alimentos, papillas caseras y coplas a tutti plein, se quedó a cuadros cuando la vio en la tele la primera vez, mala, mala de acostarse. Hace poco la conoció y le vi los ojos brillantes al darle la mano. Dos generaciones, la de la guerra, la de la transición, más yo, tres. Sumando a los jóvenes entre el público, varias más… Todo lo que Martirio había hecho por las canciones de nuestro acervo cultural las mantenía vivas, actuales. Martirio era veneno y cura, bromas y veras, otoño y primavera en Nueva York.
Después de los delantales, llegaron más vestidos hermosos... la vuelta al mundo de Martirio en sus 40 mil trajes. Ahora se engalana con bellas túnicas, aderezos ad hoc. Cada uno de sus conciertos, conferencias o programas de radio tienen algo de rito, pero sin ceremonias ni pamplinas, para los que celebramos la música y la letra, las bandas sonoras de nuestras vidas, la buena costumbre de juntarnos para acoplar lo individual en lo colectivo. Ella oficia maga de un mundo raro y natural de todas partes, allende y aquende los mares. Ida y vuelta. Aprendió de los más grandes chamanes, entre ellos la Irrepetible, la Chavela. Y nos da pedacitos de corazón, con su miel y su hiel, y nos ofrece consejos para pasar la vida, igual que pasa la corriente.
Su estampa ya no la borra nadie de la memoria popular. Pero, cuidado, que si nos ponemos muy serios, amigos y amigas, hay una investigadora musical en Maribel Quiñones que no se la salta un galgo, un torero, un gitano o como se diga. Con buen gusto, intuición y curiosidad infinitos, Martirio ha estado continuamente aprendiendo de los mejores, de los conocidos, de los anónimos, de los antiguos, de los que le son contemporáneos. Solo hay que fijarse en este cancionero: los discos en solitario son oro; las colaboraciones, pedrería fina. También, y eso la honra y la hace más imprescindible, aprendiendo y compartiendo con los jóvenes que pisan fuerte y renuevan, como ella renovó, los géneros y el aire que nos rodea.
Ahora sostengo entre las manos el doble CD que editó para celebrar sus 30 años de carrera. Dice en la contraportada: "Ese martirio gozoso que es dar la vida por la fe en la música en la que crees". Buff.
Para los que andábamos buscando, Martirio, qué bueno que viniste. Fundamental.
El músico argentino Milo J lanza La vida era más corta, un álbum doble donde se cruzan el folklore argentino y los sonidos urbanos contemporáneos, en una obra que reúne a varias generaciones y cuenta con colaboraciones destacadas como las de Mercedes Sosa y Silvio Rodríguez.
Miguel Poveda hizo suyo el Gran Teatre del Liceu de Barcelona —uno de los grandes Teatros de la Ópera del mundo— en su concierto Distinto del 15 de Octubre, en el marco de la edición de 2025 del "Festival Jazz Barcelona".

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