![]() Jorge Drexler.
© Xavier Pintanel
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Jorge Drexler es un despierto, es un viajero, es un juglar que lleva las noticias de ciudad en ciudad, de puerto en puerto. Pasados muchos años, gracias a su manera de cantar, documentar y decir, podrán saber de nosotros las generaciones futuras.
Es consciente del paisaje que lo habita y lo rodea. Paciente, con su guitarra de remo, es capaz de hacernos estremecer al pedirle en "un país con el nombre de un río", a la brisa del mar que lo lleve hasta su casa… Si es que tiene una casa, porque personajes como él son universales, andan con lo puesto, con su acento, con sus costumbres, con su folclor y tienen la capacidad de viajar y no perderse, en esa línea imaginaria que llamamos tiempo. Habita en nuestras casas, en nuestros amores, en nuestras orejas atentas.
Cuanto uno más se acerca a Jorge Drexler, puede disfrutar aún más de sus detalles, de su entramado, de sus matices, de los colores de su identidad, que al igual que su palabra hecha décima o soneto o un hermoso flow, es parte de todos nosotros.
Valiente como ninguno, nos cuestiona y se cuestiona, va hasta el hueso del existencialismo, al porqué del amor, al soltar y al desapego, al juego y al baile, a todo eso y más, nos invita en sus canciones.
La ciudad de Barcelona rinde tributo al cantautor Luis Eduardo Aute con una pieza artística instalada en la plaza Rovira i Trias del barrio de Gràcia, lugar donde el artista pasó parte de su infancia y al que dedicó una canción en 2010.
La cantautora colombiana presenta un nuevo trabajo grabado en vivo en un patio de San Telmo, como homenaje íntimo a la ciudad de Buenos Aires, donde interpretó cinco canciones en formato acústico junto a un trío de músicos.
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