Noviembre de 2008
El exilio es un camino de dos direcciones. Y se suele hablar demasiado de la presunta generosidad de los pueblos de acogida y muy poco de aquello que los recién llegados aportan a sus nuevos vecinos.
En la década de los setenta llegaron a Europa una oleada de músicos latinoamericanos —especialmente argentinos, uruguayos y chilenos— huyendo de las condiciones de sus respectivos países y nos obsequiaron con aquello que mejor sabían hacer.
Gracias a ellos pudimos escuchar las primeras canciones —ahora ya leyendas en el imaginario colectivo— de la Nueva Canción Chilena, del Cancionero Argentino o de la Nueva Trova Cubana. Nos enseñaron que había otras formas de hacer y decir canciones. Se quedaron con nosotros hasta que nos las aprendimos.
Más tarde, cuando nos cansamos de ellos, cuando los creímos juguetes rotos, los condenamos a un segundo exilio: el de la desmemoria.
Un hermano trovador dice que la muerte tiene la llave de todas la casas y entra y sale cuando quiere, pero que el olvido sólo entra en donde se deja la puerta abierta. Fernando González Lucini es hoy el sereno que va cerrando las puertas para que no corran tan impunemente los vientos del olvido.
Albert Om presenta No faré cap més llibre, una obra en la que se sumerge en la vida de Marina Rossell a través de conversaciones, cartas, mensajes y reflexiones compartidas a lo largo de múltiples encuentros en que el periodista se aleja del relato convencional para capturar lo que no se encuentra en internet: las reflexiones y la humanidad de la cantautora catalana.
El músico hondureño Aurelio Martínez de 55 años, principal representante de la música garífuna, falleció el lunes 17 de marzo de 2025 en un accidente aéreo en la isla de Roatán, Honduras.
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