Marzo de 2010
Poder conocer y recorrer el “cancionero” de un creador —poeta/músico/cantor— como Pablo Guerrero —nacido en Extremadura— es tener una “tri-oportunidad” verdaderamente gozosa e importante.
Supone, en primer lugar, poder encontrarse a través de sus “poemas/canciones” con una crónica cantada de los acontecimientos, de los sentimientos y de los latidos de un pueblo y de una generación que amaba y buscaba la “libertad”, y que luchó apasionadamente para poder disfrutarla. Crónica de los silencios rotos que Pablo escribe y canta a partir de 1969, y en la que podemos encontrarnos con tres etapas bien definidas:
• Una primera etapa, de carácter claramente “rural” en la que Pablo fotografía, con palabras y acordes, la vida del campesinado, de la gente de su pueblo extremeño, y, de su propia infancia y adolescencia creciendo entre “amapolas y espigas”. (Etapa reflejada en sus cuatro primeros singles y en algunas de sus canciones grabadas en el Teatro Olympia, de París).
• Una segunda etapa, de integración ciudadana —concretamente en Madrid— y de reivindicación y proclamación de los Derechos Humanos y de la convivencia democrática, frente, y contra, la dictadura franquista. Etapa, que en el caso de Pablo Guerrero, está preñada de una gran esperanza y de una indiscutible calidad poética. “Tiene que llover a cántaros”...
• Y una tercera etapa, ya con la libertad acariciada y con la democracia en construcción, en la que el cantor extremeño le canta descaradamente, y sin límites, a la vida, al amor, a la pasión, a la capacidad de soñar, a la solidaridad... y a los poetas, en particular, los poetas de su Extremadura.
Otra de las oportunidades que nos brinda el “cancionero” de Pablo Guerrero es poder disfrutar de una poesía y de un canto populares de enorme belleza y sensibilidad. La palabra de Pablo es bella; cuajada de personajes y de metáforas que contagian fuerza, alegría y ganas de vivir; es palabra-vuelo, palabra-alma, palabra que sabe acariciar, que le habla al corazón, palabra confidente y amiga.
Por último poder conocer y recorrer el “cancionero” de Pablo Guerrero es tener la oportunidad de calar hondo en la “entraña” de un ser humano extraordinariamente bueno y bello. Pablo posee la bondad y la belleza de la sencillez, de la honestidad, de la solidaridad y de la generosidad; motivo por el que es respetado y querido de forma intergeneracional, o mejor, plurigeneracional, o mejor aún: multigeneracional... Personas como Pablo son las que resultan imprescindibles en nuestra “canción de autor” y en eso que ahora llamamos —porque es necesaria, urgente e imprescindible— una “democracia real”.
Luis Eduardo Aute era conocido por el gran público como cantautor pero su ocupación "favorita" era la pintura, un territorio en el que desbordó su creatividad, tal y como se puede ver en una exposición que sirve de pistoletazo de salida de los actos que conmemoran los dos años de su muerte.
El teatro Lope de Vega de Sevilla, fue el espacio elegido por Kiko Veneno para conmemorar el 30 aniversario de la publicación de un disco fundamental en su carrera: Échate un cantecito. El artista acaba de cumplir 70 años, quiso celebrar este doble acontecimiento con su público sevillano, en un concierto especial en el que hizo un recorrido por su vida a través de sus canciones, acompañado de invitados como Raimundo Amador, Antonio Smash, Andrés Olaegui y Lolo Ortega.
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