Julio de 2014
![]() María José Hernández
© Xavier Pintanel
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En María José Hernández se funden dos de las cualidades que, desde mi punto de vista, son imprescindibles en toda creación verdaderamente artística: Por una parte la "sensibilidad" —que en su caso es desbordante—; y, por otra, su permanente actitud de búsqueda, de trabajo y de autoexigencia para abrirle camino a la "belleza" a través de su canto y en su música; objetivo que consigue y que ha ido, y sigue, superando "in crecendo" en cada uno de sus discos y de sus conciertos.
A las anteriores cualidades se suman en esta mujer una preciosa voz y una exquisita fluidez poética que nos sumergen en un universo de experiencias, de sentimientos y, a fin de cuenta, de "latidos", capaces de "emocionarte"; capacidad que para mí —con el paso de los años— ha llegado a convertirse en la esencial a la hora de valorar la calidad de cualquier manifestación artística. Las canciones de María José —las suyas y las versiones que recrea, por ejemplo, de Labordeta— son sencillamente "emocionantes". Son canciones de mucha calidad.
La primera vez que escuché cantar a María José Hernández fue en 1997 en el disco Paisajes de José Antonio Labordeta, disco en el que le acompañaba interpretando la bellísima canción A veces te descubro. Recuerdo perfectamente que fue ahí donde la descubrí. Aquella voz y su forma de cantar me impresionaron. Recuerdo también que José Antonio —que la admiraba— me habló mucho de ella. Fue precisamente él quien me regaló La línea del cielo, primer disco de María José, producido por Luis Delgado.
A partir de aquel momento perseguí —en respuesta al reclamo de mi sensibilidad— toda su obra, y en diciembre de 2008 tuve la oportunidad de escucharla cantar en vivo por primera vez. Fue en el concierto que nos ofreció Alejandro Filio en la Sala Galileo de Madrid; salió al escenario la cantautora maña y fue sencillamente emocionante. ¡madre mía cómo cantó!… Y fue así como, a partir de aquel momento, prosiguió mi persecución, vinculada, ya entonces, a una buena amistad.
La última vez que me encontré con María José fue cuando estaba empezando a preparar su disco más reciente Las uvas dulces —en el que recrea e interpreta canciones de Labordeta—; encuentro a partir del que he podido reafirmarme en la calidad y en la honestidad de esta mujer y de su obra. Fui testigo de la forma en que María José escudriñó, canción a canción, toda la obra de José Antonio —maestro de cantautores— y como fue capaz de darle vuelo y libertad a los temas que fue seleccionando; una selección cuidadosísima buscando en las canciones del maestro la belleza, la emoción, la grandeza humana, los latidos y los sentimientos de aquel hombre tan comprometido, tan tierno, tan divertido y tan radicalmente honesto. Y así fue naciendo Las uvas dulces, sin duda el mejor disco editado de versiones sobre textos y composiciones de Labordeta.
Por todas las razones expuestas, y, sobre todo, por la belleza y la emoción que transmite María José en todos y cada uno de sus discos, felicito a cancioneros.com por aproximarnos a ella y a sus creaciones…
Así que: ¡entren, vean y lean!…; y después, si no la tienen, ¡háganse con su obra y dispónganse a disfrutarla!
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