Agosto de 2014
![]() Alessio Arena
© Xavier Pintanel
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Su música fluye con más facilidad en España que en su Italia natal, pero en tiempos de música líquida, Alessio Arena no sufre mucho la circunstancia de la antigua insensibilidad artística de los discográficos del Bel Paese. No es un caso que Bestiari(o) familiar(e) —su primer álbum, de carácter políglota, que viaja entre napolitano, español, italiano y catalán— haya nacido apoyado del éxito de una de las tantas campañas de mecenazgo online, aún antes de su brillante paso por el Festival de la canción de autor italiana "Musicultura", en el que Arena se ha hecho con el primer premio absoluto con su canción Tutto quello che so dei satelliti di Urano, y con el Premio A.F.I (Asociación de los Fonográficos Italianos) al mejor proyecto discográfico.
El treintañero cantautor y escritor originario del barrio napolitano de la "Sanità" es uno de los talentos más delicados, brillantes y multidisciplinares de su generación —tras haber publicado las novelas L'infanzia delle cose e Il mio cuore è un mandarino acerbo, ha llegado a un solo punto de ganar el Premio del editor Neri Pozza, con la novela La letteratura tamil a Napoli que ha sido premiada de todos modos, con su publicación— casi parece una respuesta italiana a Rufus Wainwright y a Antony (de Antony & The Johnson), cantautores norteamericanos que no niegan confesar haber vivido de manera perenne al borde de una crisis de nervios y de palpitaciones.
Pero sus referencias no son, y no podrían ser, los mismos de los songwriters, no mira al soul con voz de ángel ni viste a la manière de Judy Garland o del divino andrógino metropolitano. Su padre es Gianni Lamagna, cantante auténtico y de tradición, sus músicos en Italia se dividen entre los exponentes del "Nu sound" napolitano y los virtuosos de la Nuova Compagnia di Canto Popolare, aunque más que en el redescubrimiento de las raíces, Alessio Arena se inspira en cierta canción de autor, entre Pino Daniele y Joe Barbieri, pero más aún en los maestros latinoamericanos que ha conocido en España: los neo-trovadores cubanos Pablo Milanés y Silvio Rodríguez y el uruguayo Jorge Drexler, a cuyo trabajo de desarme y renovación de la canción de autor, Arena se atreve a comparar lo que Cortázar hizo con la novela en su Rayuela.
Vuela alto, Arena, que ya en el entrañable Autorretrato de ciudad invisible, su primer EP, grabado siempre entre Nápoles y Barcelona, había traído a su personal tablero de creación, a Jean Genet y su literatura, intenta en el álbum que acaba de publicar construir una narración filológicamente sensata, juntando canciones de los dos bandos (ibérico e italiano) de su especial biografía. Habla de dos ciudades, dos tribus, dos vidas lejanas y cercanas al mismo tiempo. Están los sonidos de su presente, es decir Barcelona y sus proficuas colaboraciones con los músicos catalanes Clara Peya y Toni Pagès, y los de su pasado: Nápoles, el eterno regreso a casa.
Literatura y música son frutos diferentes del mismo ímpetu creativo: la concisión de la forma-canción lo proyecta, a veces, en la autobiografía, llevándole a enfocar sentimientos y personas de su vida actual y pasada, maravillosas "bestias" a las que entrega un trabajo discográfico que tiene el sentido de un testamento.
Voz afilada, delicada, a veces hasta femínea, Alessio Arena pasa de las atmósferas jazz a las sensualidades latinas que no le vienen de lejos, pues su única formación ha vertido sobre la literatura y la cultura de los países del Caribe.
Usa un léxico nuevo para emociones antiguas, viste con mucha clase melodías inusuales y oblicuas, es más: las desnuda, convencido de que la desnudez emotiva sea condición natural, inevitable, de su naciente obra.
El trovador chileno Nano Stern se encuentra actualmente en Europa. Este sábado actúa en Barcelona y el domingo en Madrid en donde estrenará sus nuevo disco Nano Stern canta a Víctor Jara (2023) y presentará Aún creo en la belleza (2022). Sin embargo hoy hablaremos con él de un extraordinario disco que lanzó el año pasado con Gina Allende —bajo el nombre de Ensamble La Misola—y que pasó injustamente desapercibido: Más vale trocar. Canciones de la España renacentista.
Víctor Casaus dice vivir en una constante contradicción. Por una parte su obra personal como creador —poesía, cine, testimonio— y por otra, esa absorbente e imprescindible labor como gestor cultural por la que es constantemente requerido. Ambas necesarias, ambas destacadas, pero a veces incompatibles porque "hay más tiempo que vida".
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