Duele la herida


En el sexto mes ruedas como la nieve blanca.
El dueño del destino se fur al supermercado.
Presiento que mi suerte depende de tus ojos.
El adivino cuenta sus varas de avellano,

Y duele la herida

Cuando llega la noche vas a ninguna parte.
allá donde se encuentra tu patria más querida.
Hay una muchedumbre que avanza lentamente
sobre el tiempo en que un rey desterró la

Decías la verdad, mirada de mendigo.
No dejes que te quiten los sueños de tu mano.
Has vuelto para hablarme de ríos de mercurio,
y de calles antiguas por donde ya he pasado.


Autor(es): Pablo Guerrero, Eduardo Laguillo