Riéndose de mí
me miro tocando la sombra de sus pliegues,
el blanco de la piel, el humo embriagador,
la noche pertinaz.
Tengo entre las manos negras el género dócil,
la noche de un trapo que me toca,
lo escucho acariciar copiando mi calor
y el humo de la piel.
Solo una noche de humo sintiendo en el hombro
la mano del tiempo detenido,
la luna en el balcón riéndose de mí, riéndose de mí.
Tengo las manos de trapo copiando un pañuelo negro
que es blanco de mi tacto,
me dejo acariciar, me dejo acariciar, me dejo acariciar.
Solo sentado tocando la tela, la sombra blanca,
los pliegues del pañuelo
parecen respirar, parecen respirar, parecen respirar.
Solo una noche de humo sintiendo en el hombro
la mano del tiempo detenido,
la luna en el balcón riéndose de mí, riéndose de mí.
Autor(es): Jorge Drexler