Latido a latido


Porque este extraño escalofrío
incandescente en nuestras brasas
se muda del calor al frío
como la muerte nos traspasa,

porque mañana ya es muy tarde
y las guadañas no están presas,
porque el rescoldo que aún nos arde
dispara chispas de pavesas.

Amiga mía, yo te pido,
en esta quema a la deriva,
tu corazón más encendido
para que el soplo nos reviva
latido a latido,
latido a latido.


Porque te amé hasta las cenizas
de un fuego que aventamos juntos
y se resiste y aún atiza
desde sus cirios de difuntos,

porque vivirte fue un impulso
que vomitaron los volcanes
porque su lava, ya sin pulso,
aún nos baña en alquitranes.


Autor(es): Luis Eduardo Aute