Cuánta ironía
Te he mentido no me fui de viaje,
este fin de semana estuve aquí,
bajo el lecho de tu amor salvaje,
ese oleaje que no tiene fin.
Reconozco que es descabellado
ser martirizado bajo el palio del placer.
Ahí debajo de la cama,
toda la noche desde ayer.
Al otro lado, canela en rama,
mira las marcas del somier.
Iba y venía,
y yo esquivándolo como podía;
vaya un escándalo, que letanía;
hacer de espía, vaya papel.
Un poco más y asomo la cara
para decirte que no me nombraras
y de camino, para salir,
estaba harto de estar aquí,
estuve a punto perecer
asesinado por el somier.
Las comparaciones son odiosas,
no tenías por qué decirle que,
el amor conmigo es otra cosa:
yo gaseosa y él champán francés.
No interpretes mal lo que te digo,
si estoy dolido es por el somier.
Iba y venía,
y yo esquivándolo como podía;
vaya un escándalo, que letanía;
hacer de espía, vaya papel.
Un poco más y asomo la cara
para decirte que te sofocaras
y de camino, para salir,
estaba harto de estar aquí,
estuve a punto perecer
cuadriculado por el somier.
No me importaría hacer el cambio
yo por él y tú por su mujer.
Me gusta más el mosto de sus labios;
gaseosa y vino casan bien.
Ese cretino,
nuestro vecino,
haciendo el pino no sabe que
cada domingo por la mañana,
él en mi cama y yo en la de él.
Cuánta ironía,
tú despertándolo por bulerías:
"arriba zángano que llega el día,
que mi marido viene de París".
Que no, que no, que no me fui,
estaba aquí, sabía que,
el no venía de Bucarest,
alguna vez nos encontramos
en el rellano de la escalera,
él con ojeras y yo también;
él sonriente y yo también
con su maleta, yo con la mía.
cuánta ironía, cuánta ironía.
¡Cuánta ironía!
¡Qué ironía!
Autor(es): Juan Antonio Muriel