El emigrado
Qué largo se hace vivir
de mi tierra tan lejos,
que pena metida aquí
que me araña los huesos.
Ardiendo tengo un cuchillo
metido en las entrañas,
el puño es un adiós,
la hoja una esperanza.
El árbol donde anidé
fruto de una posguerra,
pregunta por qué emigré
y su dueño no contesta.
Tres besos en el andén
y un apretón de manos,
dos semillas de mi ser
y una paloma que amo.
Los besos de una mujer
se quedan esperando,
terrones que tienen sed
que se van desgranando.
Señor y amo, escúchame:
Tú que cosechas y guardas,
si tú fueras de otro ayer,
yo volvería a España.
Autor(es): Juan Antonio Muriel