La Pasión Según Andalucía II
Desde entonces, el gran teatro de la primavera levanta el telón cada Cuaresma para representar la Pasión del Señor, sobre el histórico escenario de Al-Andalus.
Que no hay en el mundo obra con un guión tan magnificente y universal, como el que a través de los siglos ha escrito el pueblo andaluz. Un libreto escrito con tinta de sangre y de fe, de amor y de esperanza, una pasión única, genuina, singular, exclusiva, divina y universal.
Una Pasión que según Andalucía comienza vistiendose con sus mejores prendas para recibir a las puertas del almeriense templo de San Agustín, con Nuestro Padre Jesús de la Victoria a lomos de la Borriquilla, Entrada Triunfal en Jerusalén, a través de la Rambla de los Alfareros. ¡Salve al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor!
Gritos de júbilo por la marisma y el monte, niños vestidos de hebreos, acólitos y nazarenitos con hojas de palmera y ramas de olivo, claman al Señor. ¡Salve al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor!
Todos corren para ver a la Pollinica pasar por la malagueña Tribuna de los Pobres, tribuna de privilegio tiene Zaqueo, el sevillanito, que para ver a Jesús trepó por el tronco de la datilera de su paso, en la hispalense plaza del Divino Salvador.
Cada año, la Pasión según Andalucía comienza así su magna representación. Una Pasión, que la misma tarde del Domingo de Ramos, nos enseña a Cristo Despojado de sus Vestiduras en el Gólgota onubense de la cofradía de los Mutilaos o incluso crucificado y muerto por la Corredera cordobesa bajo la legendaria devoción de Jesús de las Penas.
Una Pasión desordenada, que todos entendemos con orden, porque así lo recoje el legado manuscrito de nuestros antepasados. Aquellos que nos enseñaron bien la lección, de saber disfrutar hasta de los olores de nuestra Semana Santa, porque los hábitos y túnicas nazarenas se impregnan de nuestra mescolanza de aromas que la primavera y tradición desparrama sobre el gran drama. Azahar, cera, incienso, clavel y garrapiñada. Una familiarizada aleación de perfumes, para pulverizar el perfecto espíritu entre lo divino y lo humano.
El arte y la sensibilidad heredada por el pueblo, hacen que la sangre de Cristo se convierta en inusitada alegría, porque de igual forma festeja Motril, la Oración de Jesús en el Huerto de los Zapateros y Úbeda en la Santa Huerta de la calle Real o que a orillas del Guadaira cuando la panadera Alcalá presiente la traición de Judas, mientras Nuestro Padre Jesús reza el rosario en el salesiano huerto de San Sebastián.