Silencio
intentando comprarte,
queriendo meterte en su melodrama,
su karma, su cama, su salto a la fama,
su breve momento de gloria,
sus dos megas de memoria,
subirte a su nube
como un precio que sube
para luego exhibirte
como un estandarte.
No encuentro nada más valioso que darte,
nada más elegante,
que este instante
de silencio.
Silencio.
El índice vertical entre la boca y la nariz,
el eco en la catedral, la brisa en la enredadera,
entremos en el sonido hasta el penúltimo matiz,
hagámosle caso al gesto de la foto de la enfermera
y cuando el ruido vuelva a saturar la antena
y una sirena rompa la noche, inclemente,
no encontraremos nada más pertinente
que decirle a la mente:
detente.
Silencio.
Bésame ahora,
antes que diga algo completamente inadecuado…
no hay que desperdiciar una buena ocasión
de quedarse callado.
Silencio.
Y cuando el ruido vuelva a saturar la antena
y una sirena rompa la noche, inclemente,
no encontraremos nada más pertinente
que decirle a la mente:
detente.
Silencio.
Autor(es): Jorge Drexler