Quarantaine 1605
Nunca fui muy de atarme, ni de echar raíces,
Y desde que estoy lejos echo en falta Barcelona,
Aquí el día se dibuja sobre tonos grises,
Y la luna pinta su reflejo en la Saona.
Volví al país que vio a mi madre nacer,
Nos acoge el Vieux Lyon, a los ojos de la Fourvière,
El frío de los alpes, las llamadas a la “mae”,
Ahora hablamos más que antes 1h30 sin Skype.
Anidar lejos implica aceptar costumbres,
Levantarse jodido sin razones aparentes,
Y qué más me da, qué más nos da,
Soy un hijo de la diáspora, que criará a otro hijo de la diáspora.
Cambie la barra de cuarto por la baguette,
La plaza Picasso por Carnot y por Place Antoinette,
La playa por la Sâone et le Rhone,
Por un viejo vis-à-vis, sin terraza ni balcón.
Un pueblo de veinte mil, por una city de medio millón,
La tercera del país y ni la moitié de Barcelone,
El invierno a - 3, son,
Son relatos de un hispano francés en le 5ème de Lión.
Las calles y las caras que no reconozco,
Y todas me recuerdan algo de las que conozco,
Los códigos ajenos al lenguaje que ya no domino,
La idiosincrasia de aquello que me es ajeno.