El trío y el ciclón


En una tarde de inquietud, Quisqueya
viose de pronto de pavor sumida,
reinaba allí la lluvia, la centella
y la mar por doquiera embravecida.

Horas después quiso la aciaga suerte
sólo dejar desolación, gemidos.
El imperio macabro de la muerte
sobre el pueblo entero destruido.

Cada vez que me acuerdo del ciclón
se me enferma el corazón.
Cada vez que me acuerdo del ciclón
se me enferma el corazón.
Cada vez que me acuerdo del ciclón
se me enferma el corazón.

Ay, espiritistas inciertos
que muchos hay por allá,
ay, espiritistas inciertos
que muchos hay por allá
porfiaban con terquedad
que los del trío habían muerto.

Ay, esto fue lo más sabroso
que el trío en un aeroplano,
esto fue lo más sabroso
que el trío en un aeroplano
volviera al suelo cubano
para seguir venturoso.

Ay, aquí termina la historia
de tan tremendo ciclón,
aquí termina la historia
de tan tremendo ciclón:
los muertos van a la gloria
y los vivos a bailar el son.


Autor(es): Miguel Matamoros