La luna
Hay quien la bebe a pitorro
y quien toma luna a cucharadas;
nueva, llena, creciente y menguante,
es buena como sedante.
La luna hace compañía
y alivia a los intoxicados
de filosofía.
No hay amuleto mejor
que un pedazo de luna en el bolsillo;
contra cualquier peligro
más que una pata de conejo
sirve un pedazo de luna:
se lleva las penas
y trae amores y fortuna.
Puede darse de postre a los niños
y dormirán un sueño mullido y suave;
unas gotas de luna en los ojos de los viejos
ayudan a esperar la muerte en paz.
Pon bajo la almohade
una hoja tierna de luna
y pensarás aquello que quieres creer
y mirarás aquello que quieres ver,
tú moverás los títeres.
Ten a mano un bote con aire de luna
para cuando te ahogues.
A los decepcionados y a los presos
dales la llave de la luna
y no querrán otro tesoro,
que para los condenados a muerte
y los condenados a vida
no hay estimulante como la luna
si se toma con mesura.
Autor(es): Jaime Sabines, Joan Manuel Serrat