Marioneta


Tenía aquella casa no sé qué suave encanto
en la belleza humilde del patio colonial
cubierto en el verano por el florido manto
que hilaban las glicinas, la parra y el rosal...
¡Si me parece verte! La pollerita corta,
sobre un banco empinadas las puntas de tus pies,
los bucles despeinados y contemplando absorta
los títeres que hablaban inglés, ruso y francés...
–¡Arriba, doña Rosa!
¡Don Pánfilo, ligero!
Y aquel titiritero
de voz aguardentosa
nos daba la función...
Tus ojos se extasiaban:
aquellas marionetas
saltaban y bailaban
prendiendo en tu alma inquieta
la cálida emoción...

Los años de la infancia risueña ya pasaron
camino del olvido; los títeres también...
Piropos y promesas tu oído acariciaron...
Te fuiste de tu casa, no se supo con quién...
Allá entre bastidores, ridículo y mezquino,
claudica el decorado sencillo de tu hogar.
Y vos en el proscenio de un frívolo destino,
sos frágil marioneta que baila sin cesar.


Autor(es): Armando José Tagini, Juan José Guichandut