La caída


Avanzo por la autopista de la noche
la dolorosa caída
y los cristales cicatrizándome la cabeza
como un sombrero sin sol
como un sombrero sin sol.

Me he caído por esta autopista nocturna
donde la estabilidad perdida
es lo que menos importa,
el cementerio del barrio
y una rambla que va hasta la playa
desierta del invierno.

En la autopista,
por la autopista de cristal:
la vida transparente se esfuma
en sinuosos grises,
señalizaciones fluorescentes
y todo lo que se evapora
mientras el zippo se enciende y se apaga
y la brasa del cigarrillo se extingue, se extingue.

En la autopista ya no soy nada,
una radio que no funciona,
la saliva seca del beso sin ti.
En la autopista ya no soy nada,
una radio que no funciona,
la saliva seca del beso sin ti.

Salidas de la autopista
hacia pequeñas ciudades que no conozco,
no sé adónde voy.
Suena el órgano del adiós
en el runrún del motor,
un blues recalentado
en un piano solo.
Suena el órgano del adiós
en el runrún del motor,
un blues recalentado
en un piano solo.


Autor(es): David Castillo, Enric Hernàez