Poblina del primer amor


De cinco años correteando en mi solar
mis ojos nuevos descubrieron al doblar
la bella niña que me invitara a jugar
jugar al beso, beso a cambio de una flor
flor cual fuera, total,
todo aquello era una inmensa flor.

Todos los días, a las cuatro, me iba allí
muy bien peinado, pareciendo un maniquí
y ella allí estaba con su traje de organdí
como una reina, reina dueña del solar
todo de ella y de mí,
todo el sueño de un cuento infantil.

Nuestro palacio era un árbol
cubierto de flores y de mariposas,
nuestros vasallos, los gatos
montones de gatos
barcinos y blancos,
y nuestro trono era un tronco
de un laurel recién cortado,
todo era nuestro.

Nuestro ejército valiente
eran pomitos vacíos
de jarabes y perfumes,
nuestra carrosa dorada
mi velocípedo rojo
yo guiando y ella riendo,
ya éramos dueños del mundo
no hacían falta más razones,
todo era nuestro.

A tantos años de regreso en mi solar
reafirmo cosas y otras muchas se me van,
la bella niña que me invitara a jugar
ya no la encuentro y no sé dónde se fue,
hay otros niños riendo,
otro árbol, otro cielo,
otras torres y palacios,
otros nuevos dueños del mundo.


Writer/s: Augusto Blanca