Postal de amor
San Valentín de un 14 de febrero,
una hoja de almanaque,
caiga lunes, caiga martes,
ni te cases ni te embarques,
caiga jueves o domingo
cuando se casa Benito.
Un pitazo de cartero,
tun-tun-tun, “abra la puerta”,
coja la mano nerviosa
aquel sobre perfumado.
Emocionante momento
al desnudar la postal
de rosada cartulina
y saborear todo el día
tan deliciosa cuarteta:
“Te envío mi corazón
que a tus pies depositado
lleva el ritmo avasallado
do henchida canción”.
Siempre tuyo sea Chichi,
sea Cheo o sea Pipo,
o simplemente sea
una inicial misteriosa.
Lo picúo se engrandece
al recordar Ferdinandos
idolatrando Violetas,
y hasta Genaro es capaz
de dominar a su mula,
si Mambrú regresa vivo.
Porque aún tenemos cerca
todos esos novelones,
quien no recuerde a Corín
o a Buesa por un segundo
no podrá burlarse nunca
de lo cursi que nos queda aún,
por dentro.
Pidámosle a Juana otra vez…
la punta, el pie, la rodilla,
la pantorrilla o el peroné,
aunque mañana no vayamos a esperarla
en el Caney.
Writer/s: Augusto Blanca