Los amores de Ana
Ana habita un piso bajo que es una preciosidad.
Al verla en su ventana la turba estudiantil
la llenaba de piropos por lo linda y lo gentil.
Y todos al pasar solían le cantar:
Ana, sal pronto por favor, Ana, sal no te de rubor,
Ana, que en tu ventana tú eres la flor de luz y amor.
Ana, si a mi querer das fe, Ana, de noche aquí vendré.
Ana, por tu ventana me colaré y mi amor te probaré.
Anita a un estudiante de noche cita dio
y al llegar a la ventana empujó, saltó y entró.
Y todos los vecinos, después pudieron ver,
que el que entraba por las noches íbase al amanecer.
Y todos al pasar solían le cantar:
Ana, levántate a cerrar, Ana, te vas a constipar,
Ana, que tu ventana abierta está de par en par.
Ana les oye sin temor, Ana no siente ya rubor
Ana, fresca y lozana como una flor se abre al beso del amor.
Anita que es piadosa fue a ver al confesor
y encendida y ruborosa sus pecados le contó.
Acusome, le dijo, que en un curso, no más,
desfiló por mi ventana toda la Universidad.
Y ciego de furor rugía el confesor:
Ana, te vas a condenar, Ana, no tienes salvación,
Ana, de buena gana negárate la absolución
Ana, gemía Ay! yo pequé pero culpa mía no fue
Padre, pues mi ventana tan baja está, pase usted y lo verá.
Writer/s: Juan Martínez Abades