Décimas (50): Un corderillo en el puente [o De tan brutal casamiento]


De tan brutal casamiento
resulta un pobre inocente
que lo llamaron Vicente
por corretear mil tormentos.
Tullido, mudo y demente
vivió estirado en la cama;
con pena Acario lo llama,
pensando día por día
que aquel monstrito de cría
es el espejo ’e su mama.

Desmugro yo los pañales
de la infeliz criatura,
y sobre de la verdura
los tiendo en los matorrales.
Después, en esos canales
me baño escondidamente,
no habiendo nadie presente;
me asusto al verme pilucha,
porque me han visto una trucha
y un corderillo en el puente.

Cuando una tarde volvía
del lavadero canal,
en el camino real
un grupo de gente había.
Mas de algo es que acontecía,
como un barullo a deshora;
llegando frente a unas moras,
les oigo muy claramente
que Dios se llevó a Vicente
por darle mejores horas.

Con lo violenta que soy
me asomo por la ventana,
allí diviso a su mama
vistiéndolo en un rincón.
Me aturde una compasión
pero no atino a dentrar;
la vista del funeral
me ataja con mucha fuerza,
ya tienen lista la mesa
donde lo van a velar.

La pieza habrá que vaciar,
respeto del angelito,
lo veo tan palidito
que me resisto a pensar
que un día, al verlo llorar,
se me acabó la paciencia.
Con una gran insolencia
al angelito llorón
le di un feroz pellizcón;
remuérdeme la conciencia.


Writer/s: Violeta Parra