Décimas (78): Llego a París [o En ese mes de setiembre]


En ese mes de setiembre,
cuando yo llego a la Francia
–una planta sin fragancia
una trama sin urdiembre–,
buscaba como una liebre
salvarme del caza’or.
Visito al Embaja’or,
y un tal Mendoza m’explica
que Juan Bautista radica
de hace un mes en su nación.

Oscura la circunstancia
par’ esta chilena errante;
Mendoza muy alarmante
me trata con inorancia.
Alega de qu’en la Francia
cantoras hay por centenas,
que forman una cadena
del mar Jónico a l’España,
y que París es l’araña
de Europa más traicionera.

Me mete por una manga
y por la otra me saca;
me ha formado un’ alharaca,
ministro de la caramba.
Repite: «No es ni una ganga
servir de representante
de Chile pa’ sus cantantes,
pa’ sus pintores y poetas;
yo no tengo ni escopeta
ni pólvora abundantes».

Le saco en cara el emblema
con su arrogante huemul,
le enrostro el color azul
de la bandera chilena,
l’entono con mucha pena
nuestra Canción Nacional,
más tarde la de Yungay
y otras canciones gloriosas,
pero se chanta Mendoza
y diaí quién lo va’ sacar.

«Pero, señor, si yo pido
na’ más que un rempujoncito;
el resto sale solito,
tenga confianza, ministro».
De nuevo yo me l’embisto,
pero él me mete al embudo,
y junto con el escudo
m’enrosca y me desenrosca.
Mendoza es como la mosca
pa’ desatarse este nudo.


Writer/s: Violeta Parra