Querida Lisboa
Nadie como tú
sabe tanto de la melancolía,
nadie pintaría las tardes de otoño
como lo hace la luz,
que de ti nace
y en ti se muere cada día;
mientras que a mí me tiene atado
la sinrazón de esta manía
de querer cantarte un fado,
y como sé que no sabría,
te lo canto a mi manera.
Lisboa.
Querida Lisboa,
el embrujo de tu nombre
al oeste de mi vida.
Lisboa.
Querida Lisboa,
corazón que te conoce,
corazón que no te olvida.
Querida Lisboa.
Quién pudiera cantarte al oído,
ese fado que te acunara y durmiera,
y dormirme después poco a poco contigo,
al abrigo de tus saudades primeras.
Quién pudiera vivir entre tus sueños,
ser el guardián de los secretos
que pueblan tus siete colinas.
Adivina, adivinanza, dime quién es más antigua
si la lluvia o tu añoranza.
Lisboa.
Querida Lisboa,
el embrujo de tu nombre
al oeste de mi vida.
Lisboa.
Querida Lisboa,
corazón que te conoce,
corazón que no te olvida.
Querida Lisboa.
Lisboa querida.
¿Será tu corazón atlántico
y tu voz mediterránea?
¿Será mi corazón romántico
bajo la luna mora de Alfama?
¿Será que en otra vida
tuve un alma lusitana?
Lisboa.
Querida Lisboa,
el embrujo de tu nombre
al oeste de mi vida.
Lisboa.
Querida Lisboa,
corazón que te conoce,
corazón que no te olvida.
Querida Lisboa.
Lisboa querida.
Siempre querida.
Writer/s: Juan Antonio Muriel