Poblina del huracán (Ike)


Mi pueblito, mi tesoro
¡qué dolor de cicatrices,
viento cruel que en tus raíces
se ensañó y de qué modo!

Por confusión o ignorancia
el ojo, esa ardiente magma
iba a entrar por zona Granma
te cambiaron de provincia.

Por fortuna tú sabías
que Lucrecia está al nordeste
y que esa fiera tan fuerte
muy pronto te atacaría.

Fue terrible la mordida
y escasas informaciones
tan solo suposiciones
y allá me fui de partida.

Quería ver lo que pasaba
que nadie me lo contara
tenía que verle la cara,
a aquello que tanto amaba.

Vi estragos del puñetazo
confieso llegué llorando
y mil estrellas filtrando
de mi casa, el cielo raso.

Vi el asombro de una anciana
aferrada a su ventana
sin techo aquella mañana
sin sillón y sin persiana.

Vi un niño recién desnudo
en un charco, una poceta
lavando su pañoleta
y acomodándose el nudo.

Vi hermanarse a los vecinos
que estuvieron disgustados
e intercambiarse bocados
y una botella de vino.

Vi un retoño temeroso
brotando en la vencedora
y un reloj dando la hora
del momento del destrozo.

Vi sonrisas a la vista
olvidando las carencias
por la valiosa presencia
de una brigada de artistas.

Y cuando al fin ya mi lecho
cerró todas sus rendijas
mi hermana trajo a las hijas
del vecindario a su techo.

También y, terriblemente
noté ausencias de personas
que no estuvieron en zonas
donde esperaba la gente.

Muchas lecciones se obtienen
de sucesos como estos
colores que van al cesto
y otros que fijan por siempre

Y cuando iba regresando
remendando el corazón
se me ocurrió una canción
que mi dolor fue aliviando…

¡Ay!, Banes de mis empeños
te podrán volar el techo
pero jamás de tu pecho
ni tu orgullo ni tus sueños…


Writer/s: Augusto Blanca