Caminito de la playa
Caminito de la playa
montado en una esperanza,
mi madre inspira confianza
retando la guardarraya.
La sorpresa se me calla
del mar que aún no conozco,
tan sólo al fin me complazco
cuando virando un recodo
me doy cuenta que no hay modo
de describir tal hallazgo.
¡Inmenso azul gigantesco,
río de una sola orilla!
¡Bandeja de maravilla,
y universo de refresco!
Rápidamente me ofrezco
a tal almuerzo de espuma.
Voy disipando la bruma
que el asombro me causaba.
Ya una ola me tapaba.
¡Nos pasaba por encima!
La mata de uva caleta
muerta de risa en la orilla
le ofrece una amplia sombrilla
a dos niñas pizpiretas
que desentierran coquetas
dos caracoles rosados
y los ponen a los lados
del castillito de arena
que el mar descubre y lo llena
convirtiéndolo en poceta.
¡Qué caprichos tiene el mar
en cuanto llega a la orilla
reclama su libertad!
Qué poco duró la risa
de este día inolvidable.
El azul inalcanzable
se anaranjó a toda prisa.
El sol se puso una trusa
y se lanzó al horizonte,
cogió fuego todo el monte.
Mi madre desde la orilla
reía de maravilla,
daba gracias a la brisa.
Writer/s: Augusto Blanca