Si me toca cantar cuando los cisnes,
si se acaba esta eterna juventud,
si la Flaca me aparta del show business,
cerrad también el pico al cerrarme el ataúd.
No digáis “se nos fue el mejor de todos”,
“malogróse el cumplido cantautor”,
“era bueno y tenía suaves modos”,
“sentado esté a la diestra de Dios Nuestro Señor”.
Mi conducta, señoras y señores,
no es perfecta, dicho sea inter nos
si palmara en la fe de mis mayores
seguramente no le agradaría verme a Dios.
De los siete pecados capitales
me manejo como un artista en tres,
no hay violetas en mis juegos florales,
soberbia que se precie, o es soberbia o no lo es.
Porque más que tender a vanidoso
soy proclive al desplante de Luzbel
y si Dios, de por Sí, ya es quisquilloso,
figúrate tú el facha del arcángel San Gabriel.
Me pregunto qué tiene la pereza
para ser un pecado capital,
mas lo es y a mí, por naturaleza,
me aburre la hormiguita y la abejita y el panal.
A pesar de que un vago muy notorio
llegó a santo patrón de mi lugar,
yo tendría que hacerme el purgatorio
y eso es poner el alma de nuevo a trabajar.
Si la ira, la gula o la avaricia
son peccata minuta para mí,
de la envidia no tengo ni noticia
parece un poco raro, pero es cierto, y es así.
Aún sin ser desbocada mi lujuria,
uno, en fin, se limita a la mujer,
al obseso del papa y a la curia
les jode enormemente cuánto a mí me da placer.
Y me excluyen de sus “ego te absolvo”
y me excluyen de su Jerusalén,
cuando rinda por fin mi último polvo
tendré que decir “¡mierda!” donde hay que decir “amén”.
Y tendré que buscarme alternativas
en la nada o en la reencarnación,
ambas dos, aún con cosas negativas
sin tanto ser supremo allí en perpetua exhibición.
No digáis “se nos fue el mejor de todos”,
“malogróse el cumplido cantautor”,
“era bueno y tenía suaves modos”,
“sentado esté a la diestra de Dios Nuestro Señor”.
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