Un poco harto de que me gruñan en extranjero
y algo embriagado de patriotismo malasañero
yo, cada dos de mayo,
como además de ser la de siempre es medio francesa,
yo, cada dos de mayo,
a mi mujer le hago la guerra,
la apeo del caballo:
largo de aquí, vete a tu tierra,
chúpate esa,
medio francesa.
Qué Torre Eiffel, qué tarta Tatin ni qué vida en rosa,
ni qué Molière, hoy de ese Molière ni verso ni prosa,
¿no ves que es dos de mayo?
quiero oír zarzuelas y de garbanzos llenar mi mesa,
¿no ves que es dos de mayo?
si no te vas no saldrás viva.
Me mira de soslayo:
mira por dónde ya me iba,
que aquí estoy presa,
chúpate esa.
De pronto dice que es además medio canadiense,
un viejo truco que a su partida le da suspense.
"Pero es que el dos de mayo
yo de mi guerra de independencia no me desvío,
pero es que el dos de mayo
sencillamente no es tu día,
yo cuando estallo estallo
contra toda la extranjería.
Cariño mío,
vuelve a tu frío.
Qué policía montada, qué arces ni qué sirope,
qué Leonard Cohen budista zen, viejo verde a tope,
¿no ves que es dos de mayo?
no es día para con tus mitades montarme un trío,
¿no ves que es dos de mayo?
vete a Québec o vete a Francia."
Me suelta: "adiós, Pelayo,
quédate tú en tu fiesta rancia,
yo voy a Río,
cariño mío.
Aunque las Castas y las Susanas no son dañinas
con el cocido cuanto más bueno más te atocinas,
así que el tres de mayo,
la llamo al móvil y le sugiero que vuelva a casa,
así que el tres de mayo,
como es también medio española,
me inclino cual vasallo:
"si vuelves ya te hago la ola,
todo era en guasa,
vuélvete a casa".
Algo insegura de su victoria me mira raro
como se mira a un antiguo amante en el desamparo
y, ya que es tres de mayo,
me reconoce que sí que gruñe, que se propasa,
y ya que es tres de mayo
añade: ayer no dormí sola
y cosas que me callo.
De momento ponte a la cola.
Si vuelvo a casa
verás qué guasa.
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