¡Eh, tú!
¡Eh, tú!
qué hacemos ahora
con esta juventud
que nos margina,
con esta juventud
que va y se orina
en el vetusto pedestal de la agonía
patriótica, ancestral y catastrófica.
Di, ¿qué hacemos ahora?.
Ahora que ya no se puede
gritarles que firmes
y de dos en dos,
y niños
sean buenos chicos
como almas gemelas
de San Nicanor.
¡Eh, tú!
que van y se besan
sin ningún respeto, ni tormento,
por la ancianidad,
estas juventudes
que van y que ligan
siendo sucesoras de la lívido turbia,
misógina, atávica y carnal.
Di, ¿qué hacemos ahora?.
Ahora que ya no se puede
contar cuentos chinos
como realidad,
y hablar de pecado mortal,
a pasarlo bien
haciendo el amor.
¡Eh, tú!
se sacan el costo,
se hacen un canuto fenomenal
y luego lo fuman,
estas juventudes
que van y se embarcan
en galaxias suaves y días felices
al ritmo frenético y tropical.
Di, ¿qué hacemos ahora?.
Ahora que ya no se creen
casi ná de ná
de este personal
y miran perplejos
a quienes seguimos
metiéndoles caña
con ingenuidad.
¡Eh, tú!
Que están en las aulas
como quien está sobre un tragaluz
o sobre una mina,
estas juventudes
que buscan el día
al final del túnel donde los metimos
con tópicos muy líricos de gente anormal.
Di, ¿qué hacemos ahora?.
Ahora que de ningún modo
sabemos salidas
que sean verdad
qué coño decimos
que sirva de excusa
y que justifique la imbecilidad.
¡Eh, tú!
Que están en las calles,
en las barricadas, por dignidad,
del sector naval;
pero si estos chicos
no estaban pasados
con la droga blanda y el cubata turbio
como forma técnica para atontar.
Di, ¿qué hacemos ahora?.
Ahora que muy pronto gritan
que lo suyo es suyo
y quieren la paz,
y tú y yo sentados
aquí, en la antesala
de los jubilados,
sin poder hablar.