Décimas (28): Por ese tiempo se enferma
Por ese tiempo se enferma
Polito, hermano menor.
Aunque le traen doctor
la pulmonía no merma.
Las cataplasmas d’esperma
le llueven al angelito,
que cada vez más flaquito
se va para el otro mundo.
¡Qué pálido y moribundo!
No hay caso para el Polito.
Cuidándolo noche y día,
se le d’ agüita del cielo.
Los pasos van por el suelo
sin golpes ni gritería.
Polito entró en agonía;
no puede su desventura
vivirla sin amargura.
Mi mama se desespera,
y a Dios le dice leseras
la pobre, con su locura.
Yo miro sin comprender
la magnitud del problema.
Procuro entrar en su pena
para poderla entender.
La veo al amanecer
tal cual como se acostara,
con lágrimas en la cara
y su angelito en los brazos.
El niño está en su regazo
con su mirada tan rara.
Cuando ella eleva los gritos,
comprendo que el niño ha muerto.
Parece que está durmiendo
nomás aquel palomito.
Tomarlo yo, solicito,
pero ella no lo consiente.
Maldice al Omnipotente
por destinarl’ este mal,
y maldice al otro animal
de oficio de presidente.
Tres días se veló al niño,
porque mi mama lo quiso.
Si el juez no le dio permiso,
lo consintió su cariño.
Con «alba» color armiño
lo llevan al cementerio.
No tan ausente el criterio
me anuncia muy pequeñita
qu’en libertad mi mamita
vive en un cruel cautiverio.