Décimas (30): Comprende aquel testamento (o Recib’ en Perquilauquén)
Recib’ en Perquilauquén
un tercio del ancho fundo
que da legumbres pa’l mundo,
sabrosa’ que es un Edén.
Romero, litre y maitén
relucen con sus verdores.
Un cielo con resplandores,
regalo para la vista,
y un concierto entra en la lista
de mil quinientos chincoles.
Kilómetros en el río
tocamos honradamente,
donde se baña la gente
cuando el verano es florí’o.
Brillan en varios sentidos
los peces multicolores
nadando, que es un primor,
en medio de los cristianos.
Los niños pescan a mano
el pejerrey y el salmón.
Monte arriba y monte abajo,
l’alfombra de los viñales,
esteros y manantiales,
pir’güines y renacuajos.
Para montar los trabajos
caballos manchan los cerros,
y más acá de los berros
mastines que son el diablo,
que pa’ cuidar el establo
así deben ser los perros.
Comprende aquel testamento
lo alegre del vecindario,
el canto de los canarios,
par’ adornar este cuento,
el lamentar de los vientos,
la sombra del higuerón,
el humo del corralón
cuando hay que hacer la matanza,
y el arco de las alianzas
en las alturas de Dios.
También incluye la herencia,
el brillo de las estrellas,
y en el invierno centella
con toda su descendencia.
Por una gran diferencia
tocamos de contrabando,
en versos que estoy cantando
la voz del campo nocturno.
Se pierde todo a su turno,
dice mi mama llorando.