Décimas (53): Mataron al Padre nuestro (o No ’habido sobre la tierra)
El Doce vendió al Maestro
gozando de su crueldad;
qué triste la realidad:
mataron al Padre nuestro.
No ’habido sobre la tierra
ni bajo la más fecunda,
siniestra más iracunda,
destruendo con tanto duelo.
S’escurecieron los cielos
con todos sus elementos,
bramaron los cuatro vientos,
se alborotaron los mares,
once resuellan pesares:
el Doce vendió al Maestro.
Dolores y humillaciones,
espinas, hiel y vinagre,
se conmovieron los mares
juntando sus corazones.
Judíos como lairones
ungieron a Barrabás
con tan crecida maldad
que dieron vuelta a Pilatos;
¡malaya de los ingratos
que gozan de su crueldad!
Lo llevan por el Calvario
cargado con una cruz,
le niegan hasta la luz,
lo ciegan con su sudario.
Repican los campanarios
a fuego por la impiedad,
la Virgen con humildad
cierra sus ojos en llanto;
padece con su quebranto
del ver esta realidad.
Estando María al frente,
le ofenden con una lanza;
la sangre se le abalanza
por esa herida inocente.
Judíos más indecentes,
no se retiran tan presto,
se irrita el cielo por esto
y ordena la tempestad.
Pregona la inmensidad:
mataron al Padre nuestro.
Despedida:
Por fin, d’esta mala acción
llegamos al tercer día:
goza la Virgen María
del ver la resurrección.
El mundo con devoción
reza misterios gozosos;
el rey Asuero famoso,
feliz por el cuncunato,
iluminó su reinato
porque se siente dichoso.