Les llegó otra primavera,
en el patio a los duraznos
vino a decirme hoy el viento
cuando te estaba pensando;
viene a acariciar las hojas,
que le nacen a las ramas,
y a la hiedra y los rosales,
y a la flor de esta semana.
Ya llego el soplo temprano
de los otros días, que el cielo
tiene cosas que contar
sobre los pájaros y el vuelo,
han estado deviniendo
aquellos frentes torrenciales
en lloviznas pasajeras,
si en tus pupilas, la tarde
dice y dice: “no me olvides”,
cuando dices “no me guardes,
no me tengas, no te vayas,
no te pierdas, no me extrañes”.
Los duraznos en el patio.
Las naranjas en la mesa.
Brilla verde el limonero
de fortunas y promesas.
Hay un dejo de sonrisa
en cada botón que florece
y en tus labios de ciruela,
de una fruta que se muerde.
Primavera, el viento sopla
y el día nace más temprano,
buganvilias que se mecen
a los giros de la mano;
ha llegado el tibio aliento
con la brisa cadenciosa,
que agita la margarita,
cuando no juega en la rosa.
Y me acuerdo de tu risa
revoloteando en las sombras,
que se oculta y se revela
maravilla y mariposa.
Hay un trino repentino
de una garganta canora,
hay destellos y zumbidos
y un rayo que el sol demora;
todos saben que ha venido.
Primavera a la ventana,
con su aliento a pasto y trébol,
repicando tu llegada.
Que así ha sido, pareciera,
todo desde que empezara,
pareciera que te pienso
desde ayer hasta mañana:
lo que hoy es,
lo que haya sido,
lo que venga, porque falta,
para el patio, sol y lluvias,
una buena temporada.
Y el roce de tu mejilla,
dulce como la manzana,
para mí que andaba triste y
te esperaba,
te esperaba.
Brilla el sol y el viento sopla,
las nubes llueven y se van, se van, se van.
Hay un aviso en cada flor, cada hoja,
de las dichas que vendrán, serán, serán.
Y te meces en las ramas,
y te acunas en el viento,
y asomas por la ventana
liberando al pensamiento.
Traes perfume por la noche
y te iluminas de mañana,
traes tonadas y canciones
que se esconden en la almohada.
Primavera, primavera,
quédate aquí para siempre,
con sol y con luz de luna,
desde enero hasta diciembre;
sé el final de lo que ha sido,
sé el principio permanente,
toda lunes al crepúsculo
del alba que amanece.
Brilla el sol y el viento sopla,
las nubes llueven y se van, se van, se van.
Hay un aviso en cada flor, cada hoja,
de las dichas que vendrán, serán, serán.
Se van, se van.
Serán, serán.
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