Parecía normal, un día
igual a tantos días,
destraba el cerrojo
de mis huesos, alma mía.
Cómo puede ser
que duela tanto estar despierto:
en el diario
anuncian otra ola de secuestros.
No recuerdo bien,
pero dijiste que te irías,
y aún estás aquí
bajo mis sábanas, dormida.
El ojo del mundo
llora a solas su presente
y una multitud
reclama mis cuentas pendientes.
Duele estar vivo aquí,
donde no hay más que hacer
que esperar que un loco
te acribille a la salida.
El país entero
se parece a una guarida.
Duele estar vivo aquí.
Tengo la impresión
de caminar un cementerio.
Esta es la verdad
y no me vengan con misterios:
alguien se robó
la luz del sol de aquellos días,
cuando la esperanza
era un jardín sin policías.
Una vez juré
que prefería nuestro cielo
a llorar a solas
la agonía del destierro.
Necesito fuerzas
para levantar al muerto
que cargo en el alma
y llora y llora sus tormentos.
No sabré qué hacer
con tantos sueños incumplidos;
el amor que amé
y lo que se fue, lo que he perdido.
Todo lo que quiero
es retenerte aquí, conmigo.
Nunca fue sencillo,
es complicado mi destino.
Sé que no podré
tomar el tren de las ausencias,
nadie sabe más que yo
de esas venas abiertas.
Ya no hay paraísos
donde amarse sin temores:
este es el lugar
donde me cubrirán con flores.
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