La sanducera

Adiós, adiós, Paysandú querido,
lejos, muy lejos de ti me voy.
Me voy con pena a cumplir caminos
que me reclaman, adiós, adiós.

Todo camino vive hacia adentro
en un silencio de buen soñar,
pero si alguno le toca el alma,
de vez en cuando se sabe dar.

Tanto he soñado, tierra querida,
junto a tu río trasnochador,
que al despedirme, no sé hasta cuándo,
tiembla una estrella triste en mi adiós.

Dulce solar de los sanduceros
que al andapago le da fogón
sin preguntarle de dónde viene,
qué rumbo sueña su corazón.

El San Francisco remolinea
cuando hace barra en el Uruguay,
como queriendo apurar el alma
del pago chico, se deja estar.