Eudaldo gorrión
cantaba subido a la farola
más alta
que hay cerca de la catedral
local,
donde el escarabajo profesional,
con gesto glacial,
alza el cáliz cuando debe,
formal,
e inicia un follón conyugal
legal,
y pronuncia un sermón dominical
banal,
y cierra el negrísimo portal
al canto del gorrión.
Canta, canta Eudaldo
dando su recital.
Canta, canta el gorrión
melodías de un real.
Canta Eudaldo gorrión
las canciones de un arrabal
donde, a pesar del asfalto,
ha florecido una farola.
La canción del gorrión
no la encuentras en el misal
Eudaldo gorrión,
cantando con aire fraternal,
le pega el salto
a más de un cerebro doctrinal,
feudal,
que lo trata de antisocial
y de inmoral,
marginal
y anormal.
Total,
por no cantar el himno real,
cagarse en el
glorioso estandarte estatal
trivial,
y lanzar un trino informal
en pleno tribunal.
Canta, canta Eudaldo
(...)
La canción del gorrión
alborota el corral.
Eudaldo gorrión
hace que olvidemos el dolor de muelas
Normal,
si nos ofrece también el pan y la sal.
Eudaldo
tiene un público incondicional
sin un real,
pero eso tanto da
porque Eudaldo
gorrión
no canta para el señor fiscal
ni hace
su show para los que son como es debido:
Es para el
muchacho obstinado, que Eudaldo
monta su carnaval.
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