Como una melodía de Offenbach
La clave de sol
gira cuando quiere
en la cerradura de la infancia.
Sin un aviso,
hurga feliz
en la raíz de la sorpresa
para convertir a Pere Gallerí (1)
en un concierto de Mozart o Satie.
Visto y no visto, me hiciste jaque
como una melodía de Offenbach.
Las canciones de los quince años
no ponen trampas
demasiado graves a los artistas:
no hay cambios jodidos
y la armadura no tiene sostenidos
-todavía-.
Pero el melómano atolondrado
se mete en un juego
de final imprevisto:
la canción que entra en el corazón
deja herida y te puede arrastrar a la muerte.
Es un insulto
para un adulto
juicioso y con experiencia
perder los papeles
cuando recibe solamente
un golpe de adolescencia.
Es vergonzoso quedarte sin aliento
por quien no hace mucho llevabas a hombros.
Pero escupo fuego como un dragón
al oír la melodía de Offenbach.
Inocentemente,
perversamente,
tu extraña red
me ha cubierto
y me he entregado
como la mosca a la araña.
Ignoras qué poder tienes sobre mi,
pero eso no te impide utilizarlo.
Me he convertido en un borracho
a sorbos de melodía de Offenbach.
Venga, por favor,
búscate un estúpido
tierno de caparazón,
búscate un chico
que te lleve a bailar
y te bese torpemente.
No deseo clavarte ningún tópico en el pecho,
solamente quiero morir de viejo en mi cama,
añorando tal vez (¡vaya callejón sin salida!)
aquella melodía de Offenbach.
(1) Pere Gallerí: Protagonista de una canción infantil catalana.