Qué ruido hace el tiempo al pasar…
Qué ruido hace el tiempo al pasar
a ras de cráneo, con corazón de nieve...
Qué ruido hace el tiempo al pasar...
Tal vez haga ruido de adiós.
Y un adiós
hace gastar poca saliva
y te ayuda a recordar
lo que queda en la otra orilla
como si estuviera a tu alcance.
Le limpia la fachada
al amor más desgraciado
y conserva con manos de lana
el breve calor del pasado.
Es una pizca de melancolía
que, al crecer, se convierte en canción,
con chispas de locura
salpicadas de tristeza.
Qué ruido hace el tiempo al pasar
a ras de sexo, con corazón de nieve...
Qué ruido hace el tiempo al pasar...
Tal vez haga ruido de adiós.
Y un adiós
mitifica los besos
más banales e inconsistentes,
transformando brujas en hadas
y huracanes en vientos clementes,
Lleva el tiempo en bandolera,
un brujo sabio y eterno:
herida abierta en primavera,
te la cierra antes del invierno.
Llena los márgenes de la sonrisa
con césped preñado de sol
y te obliga a desear vivir
aunque sea a base de alcohol.
Qué ruido hace el tiempo al pasar
a ras de vida, con corazón de nieve...
Qué ruido hace el tiempo al pasar...
Tal vez haga ruido de adiós.
Y, si un adiós
es tan buena medicina
para los contactos demasiado largos,
si les rebaja nicotina
cuando empiezan a ser amargos,
si te hace saborear la brisa
sintiendo un placer desconocido,
y te cambia la camisa
cuando ya tiene el cuello más que sucio...
Si es verdad lo que canto,
si me lo creo hasta hacérmelo mío,
dime entonces por qué me aterra
Intentar decirte adiós...