Valores a la baja
Parece, pues, que la ternura
no cotiza como antes
-tal vez sea una tontería,
pero yo lo cojo con guantes.
Parece lógico que el cinismo
gane enteros continuamente,
que, en la Bolsa, el arribismo
suba un cuatrocientos por cierto:
es lógico y evidente.
Pero yo guardo mis valores en un cajón,
no me importa si algunos me miran de soslayo:
no pienso deshacerme de ellos, no me los venderé.
Tarde o temprano volverán a hacer un buen papel.
Sube el culto a la fachada,
el diseño hace de patrón:
con lacitos y celofán,
puede venderse un cagarro.
Te espera un futuro terrible
si no crees que Libertad
sea un término compatible
con Dictadura de Mercado.
No se perdona, este pecado.
Pero, asediado por los hombres-lobo de Wall Street,
y corriendo el riesgo de que me señalen con el dedo,
¡digo bien alto que me niego con firmeza a negociar
los valores que hacen que aún me sienta humano!
Dicen que la independencia
de criterios ha bajado
y que, a la otra, la prudencia
le prepara un golpe de Estado.
Puedes decir blanco o lila,
puedes llevar lana o ir esquilado,
siempre que tengas el mismo aspecto
que el resto del rebaño:
hay que seguir el camino marcado.
Pero, aunque el individuo sea un pájaro
perseguido por los uniformes del cerebro,
mientras tenga mis valores, ningún cretino
podrá hacer que me arrodille o marque el paso.
Parece, pues, que la ternura
no cotiza como antes
-tal vez sea una tontería,
pero yo lo cojo con guantes.