Rudimentos de anatomía
Hay culos con forma de pera, hay culos con forma de manzana.
Algunos son más duros que un guijarro, y otros parecen de goma.
Hay culos sudados, frioleros, misantrópicos y gregarios.
Hay culos callados, y otros que siempre hacen comentarios.
Hay culos rosados como cerditos, los hay amarillentos y verdosos.
Hay culos peludos y pelados, los hay limpios y piojosos.
Hay culos tímidos, atrevidos, lisos y con alguna grieta.
Algunos llevan una flor, y otros, rastros de mierda.
He visto culos de todo tipo,
basta con saber buscar:
al final de cada espalda
hay uno al alcance de la mano.
Pero el culo que más me gusta,
es tu culo, querida mía:
una luna que deslumbra,
un faro en medio de la galerna.
Si todavía está disponible,
si no lo tienes apalabrado,
ya me dirás si ves posible
hacerme un sitio a su lado.
Da la vuelta al mundo y vuelve al Born... (*)
Esto lo sabe tanto él como ella:
quien huye de la sartén
acaba a menudo en el horno.
Hay pechos insolentes, y otros que caen sobre el ombligo.
Los hay con pezones pequeños y grandes, turgentes, como bizcocho.
Hay pechos que para aguantarlos hace falta una grúa, y los hay
del tamaño de una naranja, que caben justo en la mano.
Hay pechos que los sujetadores encarcelan, y hay pechos
que se columpian alegremente al alcance de los ojos y los dedos.
Hay pechos tan recauchutados que se les ve demasiado el plumero,
pero algunos te dan ganas de mamar como un bebé.
He visto pechos de todo tamaño
viajando arriba y abajo,
no tienes suficiente con una vida
por conocerlos con detalle.
Pero los pechos que me vuelven tonta
son los tuyos: así de simple.
Tu mascarón de proa
es un doble Krakatoa;
si todavía está disponible,
si no lo tienes apalabrado
ya me dirás si ves posible
hacerme un sitio a su lado.
Da la vuelta al mundo y vuelve al Born...
Esto lo sabe tanto él como ella:
quien huye de la sartén
termina a menudo en el horno.
Hay sexos calvos, y hay otros que te pierdes en su bosque.
Por más de uno, se condenaban el Papa y toda la curia.
Algunos no reciben visitas, otros son como un mercado:
abren casi todo el día y todo el mundo está invitado.
Algunos hacen que un angelito se transforme en un diablo.
Algunos te niegan la humedad si no llevas impermeable.
Unos te acogen con dulzura, hay otros que rompen nueces,
pero todos hacen como el lechero, que deja los huevos en la puerta.
He visto sexos muy diversos,
porque el mundo está lleno de ellos,
y prácticamente dos tercios
me han hecho perder el aliento.
Pero tu flor abierta
chica, es otra cosa:
¡un agujero negro que tiene la obsesión
de absorber toda materia!
Si todavía está disponible,
si te va bien, si no te sabe mal,
ya me dirás si ves posible
hacerme un sitio en su interior.
Da la vuelta al mundo y vuelve al Born...
Esto lo sabe tanto él como ella:
quien huye de la sartén
termina a menudo en el horno.
(*) Roda al món i torna al Born: expresión popular catalana, que implica que se suele volver a casa después de mucho viajar.