Mi mano a la pendura
desatando las burdas
de tu corsé.
Los labios encendidos
tus brazos llamándome de través.
Nuestras bocas a pique
hundidas hasta el amanecer.
Escorado a tu ombligo
apenas pude respirar
era buque en rosca
desafiando la tempestad.
Surcamos ambos mares
eslora contra eslora
sin descansar.
No vaciamos las copas
nos bebimos las horas
que embriagan más.
Borrachos de ternura
unidos mesana y escobén
creamos el universo
entre sábanas vacías
que nos pedían humedad.
Al abordaje
robo el botín de tu cintura.
Al abordaje
hago tu piel mi singladura
y en tu blancura
despliego mis velas sin medida.
Navego en ti a la deriva
anclo en tu isla
de seda pura.
Cristales empañados
mis poros empapados con tu sudor.
Al final de tu espalda
me hallé buscando calma
tras el fragor
que a compás de galeras
nos hizo encadenados de amor
y fui tomando altura
llenándose la habitación
de palabras mojadas
que acariciaban
mudas tu voz.
Encallé en tu costado
ya no hubo vientos, ni olas, ni mar,
así tocamos fondo
bañados de almohada, de claridad,
arriados abrazados
pisamos puerto
y al despertar
creamos el universo
entre sábanas vacías
que nos pedían humedad.
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